Admoniciones

La justicia y la paz

Autor: Camilo Valverde Mudarra  

 

 

En el Salmo 85, encontramos estas palabras de Yahvé:

"El amor y la lealtad se darán cita,

la justicia y la paz se abrazarán.

La lealtad germinará la tierra,

y de los cielos se asomará la justicia.

.....

La justicia marchará delante de Él,

y la paz sobre la huella de sus pasos.


Estos hermosísimos versos del salmista nos calan hondo y avivan nuestra esperanza con este magnífico anuncio: El amor, la justicia y la paz se darán cita y germinarán en la tierra. Es la gran promesa que Dios, Nuestro Padre, nos ha dejado escrita en su Libro Sagrado.

La Biblia, lo hemos dicho en alguna otra ocasión, es el libro de los libros, escrito por Dios a través de la mano del hombre. Es la carta, el mensaje sagrado que lega a todos los hombres de la tierra, sus hijos. Y es tal que, por cualquier página o pasaje que la abramos y leamos, siempre encontramos el consuelo a nuestro llanto, el bálsamo a nuestras heridas, la razón de nuestras alegrías y la resolución definitiva de nuestras inquietudes. 

Reflexionemos despacio, en unos momentos tranquilos del día, en la extraordinaria promesa de Yahvé: La justicia y la paz germinarán entre su pueblo, entre sus hijos, esto es, en el corazón de todos los hombres.

El verbo "germinar" significa brotar, crecer, aumentar. Quiere decir, pues, que Dios anuncia, promete al hombre que la justicia y la paz brotará y crecerá por fin, un día, en este mundo lacerado por la guerra, aterrorizado por el asesinato y el secuestro, aterido por tantos egoísmos, famélico por diversas clases de hambre, inmerso en tanta injusticia y abrasado por tanto odio. 

Pero esta es nuestra certera esperanza: "La justicia marchará delante de Él y la paz sobre la huella de sus pasos". Llegará ese día en que se implantará Su Reino, y germinará la justicia. La paz no es más que el resultado del reinado de la justicia. Ese día llegará, sólo Él conoce cuando, pero estamos seguros que llegará. A nosotros hoy sólo nos cabe trabajar por la paz y anidar en nuestro corazón la justicia en la espera confiada, con la seguridad de la promesa que nos ha legado Nuestro Padre Celestial.

Por esto, pidámosle con fe, en nombre de su hijo Jesucristo: Señor, venga a nosotros tu Reino. Pues, Jesús nos dejó dicho: "lo que pidáis al Padre en mi nombre, Él os lo concederá".

¡Oh Señor!, aumenta, cada día nuestra fe, esperanza y caridad. Implanta, en el corazón de cada hombre, la justicia y la paz.

Amigos, hermanos, que la justicia y la paz estén con todos vosotros.