Admoniciones

La rectitud

Autor: Camilo Valverde Mudarra  

 

 

"Dichosos los que llevan una vida intachable. Vanidad de vanidades; todo es vanidad. ¿Qué provecho queda al hombre de todo el trabajo con que se afana bajo el sol?" (Ecles. 1).

Hoy se ha puesto muy de moda la palabra felicidad. Con frecuencia, se oye como norma de saludo o de despedida la frase: ¡Que seas feliz! o ¡que Vds. sean felices!

Pues bien, ya vemos en el Eclesiastés cuál es la receta y el camino para conseguir la felicidad. Serán dichosos los que lleven una vida intachable.

Es cierto; la satisfacción interna y la tranquilidad de espíritu con que vive el hombre que mantiene una conducta recta e integra no tiene parangón. Y la rectitud y la honradez de los padres es la mejor norma de educación para nuestros hijos. Es el mayor capital que podemos dejarles en herencia.

La honradez es la cualidad que preside los actos de toda persona que obra con rectitud de intención y que siempre se guía por su propia conciencia y no por el egoísmo, por el qué dirán, por apariencias o por presión social.

S. Pablo en Rom.13, 12: "...dejemos las obras de las tinieblas y vistámosnos de las armas de la luz. Andemos honestamente, como de día". Y en el 14, 17: "...porque el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo".

Nuestros afanes deben estar dirigidos a conseguir la verdadera felicidad en la honradez, la integridad y la rectitud. Todo lo demás es vanidad de vanidades. 

Jesús, el Señor, nos dice en S. Mateo 6, 32:... "por todo eso se afanan los gentiles. Vosotros buscad primero el Reino de Dios y su justicia. Así que nos os inquietéis por el día de mañana, que el mañana traerá su inquietud. A cada día le basta su afán".

¡Cuántos afanes diarios, inútiles! Vivimos atareados, aturdidos por mil cosas vacuas, innecesarias y perecederas. Y, sin embargo, "nuestras vidas son los ríos que van a dar al mar, que es el morir", decimos con el poeta J. Manrique. Porque el único afán que nos hace dichosos, la verdadera tarea que nos debe ocupar y embelesar es buscar el Reino de Dios y su justicia llevando una vida intachable, entroncada en el amor de Jesucristo y, de ahí, a los hermanos, al prójimo.

Amigos, que esta sea nuestra aspiración con la ayuda de Nuestro Padre, Dios.