La
Biblia se debe leer por dos razones: Como persona culta y como
cristiano. La lectura, en general, es necesaria para adquirir cultura;
quien no lee, siempre será un ignorante, un inculto. Y las dos lecturas
primeras, para nosotros, son la Biblia y el Quijote de Cervantes.
La Biblia es el libro
de los libros, el único en el mundo que tiene dos autores: Dios y el
hagiógrafo, el hombre que, inspirado por el Espíritu Santo, hace de
redactor de la palabra divina.
Ahora bien, sólo
considerada en el aspecto humano es una obra literaria de un valor
incalculable por su antigüedad y por la belleza de su forma expresiva,
por su hondo contenido y profunda doctrina religiosa y humana. La
variedad de géneros literarios que contiene, las bellísimas metáforas,
imágenes, pasajes simbólicos
y alegóricos y la riqueza y gracia lírica de sus estrofas que se
encuentran a lo largo de sus páginas la hacen la obra más
extraordinaria. Traducida a más de mil idiomas, ha transmitido, a lo
largo de estos veinte siglos, su mensaje a todos los pueblos de la
tierra.
Israel, pueblo pequeño
y pobre, ha legado la obra, entre todas las orientales, de más hondo
influjo en Occidente; ha influido tan poderosamente en la vida de la
humanidad, que ha regularizado la cultura, el arte, la literatura, la música.
La historia del mundo occidental no se entiende sin el conocimiento del
cristianismo y, en definitiva, de la Biblia. La Biblia ha informado la
vida del Imperio Romano, de amplias y diversas naciones de Oriente, de
la Europa Occidental, de América, etc. Las enseñanzas bíblicas están
en la raíz de numerosísimos rasgos de la cultura y civilización
contemporáneas. El conocimiento de la Biblia es necesario desde un
punto de vista meramente cultural.
Y el Quijote, porque
es la obra cumbre de nuestra literatura. Genial es su autor. Aunque deja
un poso de tristeza y melancolía, es divertida; y graciosa, cómica e
irónica es una joya. Cervantes se propuso algo más que una obra contra
las novelas caballerescas. "Quiso pintar la gigantesca lucha entre
el idealismo y el materialismo.
D. Quijote aspira a
mejorar a la humanidad, a instaurar la justicia y el bien, pero tropieza
con la realidad que, implacablemente, le es adversa. Ciertamente, se
desprende un atroz pesimismo del Quijote, que reside en la dura lucha
que tiene que librar el idealismo para vencer al materialismo.
Léanse estas dos
obras inmortales y se mejorará el hombre, se hará un mundo más justo
y se extenderá el ramaje donde anidar el diálogo y la paz.