Admoniciones

La oración

Autor: Camilo Valverde Mudarra  

 

 

La oración es la fuerza que sustenta al mundo.


Leemos en S. Juan: "Y lo que pidiereis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré. Si me amáis, observaréis mis mandamientos". Jn 14, 13. "Si estáis en mí y mis enseñanzas permanecen en vosotros, pedid cuanto queráis, y se os concederá" Jn 15,7. 

Y en S. Mateo: "Pedid y se os dará, buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe y el que busca halla, y al que llama se le abre. ¿O quién hay de vosotros, al que su hijo le pide pan y le da una piedra? O si le pide un pez ¿le dará una serpiente? Si, pues, vosotros, que sois malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¡cuánto más Vuestro Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quien se las pida"! Mt 7, 7.

¡Qué maravilla! ¡Qué confianza proporcionan estas palabras del Señor! 

Podemos dirigirnos a Dios y hablar todos los días con Él. Es necesaria la oración diaria, constante y confiada. 

Hoy, estamos inmersos en una terrible decadencia que se empeña en borrar todos los valores humanos y morales; nos rodea el hambre, la violencia y los egoísmos más atroces.

Este mundo necesita nuestro concurso y ayuda por medio de la oración. Y mientras llegamos a concurrir con otros medios humanos, los cristianos tenemos el deber ineludible de acudir a ello con nuestra oración. Es lo primero a lo que hemos de dirigir nuestro esfuerzo. Acordémonos de Abraham: "Señor si encuentro diez justos..."

Y la oración ha de ser el "PadreNuestro". "Vosotros, pues, rezad así" (Mt 6,9). En él se encierra todo el Evangelio. En la E. M., se dijo que "omnia petenda et omnia apetenda continet", esta oración que Cristo nos enseñó en cierra todo lo que se ha de pedir y se ha de desear.

Recemos con oración confiada, con Fe, con Esperanza y con Caridad. Que no consiste en soltar una retaila de textos y jaculatorias, sino en hablar desde el fondo del carazón con Dios, Nuestro Padre. Y nuetra oración no ha de ser condicionada: "Señor si me das esto, yo haré..." No, es orar sencillamente, hablar, pedir como el niño habla o pide a su padre, entregado, confiado y seguro de él.

Lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré. Si estáis en mí y en mi enseñanzas, pedid lo que queráis y se os concederá. Si de verdad creyésemos y confiaramos de veras en estas palabras de Cristo, salvaríamos al mundo de tanta maldad e injusticia.

Amigos, oremos a Dios. Que así sea.