Admoniciones

Condoliente

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

 

Había allí, mirando desde lejos, muchas mujeres (Mt 27,55).

Jesucristo "exhaló su espíritu" a la hora nona (Mt 27,45-54). Allí, transida de dolor, atravesado el corazón por siete espadas, estaba María al pie de la cruz, stabat mater dolorosa, junto al cuerpo lacerado de su Hijo, con las otras dos Marías, la de Cleofás y la Magdalena (Jn 19,25). "Había allí, también, mirando desde lejos, unas mujeres que lo acompañaban y lo servían desde que estaba en Galilea y otras muchas que habían subido con Él a Jerusalén" (Mc 15,40-41; Lc 8,1-3)).La primitiva tradición considera a las mujeres seguidoras parte importante del discipulado en la cristiandad palestinense; al aplicarles la idea del “servicio” y del “seguimiento”, se reconoce su carácter de discípulas: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mc 8,34; Lc 9, 23). En el pasaje de Emaús, las considera entre los suyos, como compañeras: …algunas mujeres de nuestro grupo…(Lc 24,22). La extraordinaria libertad de Jesús les concede la igualdad y su dignidad. Su disposición hacia las mujeres es renovadora; sin dejarse influir por la tradición judía, Jesús las incorpora a su misi'on. Liberado de ataduras y corrientes sociales, establece los cauces del reconocimiento del ser humano en la filiación de Dios. Su postura es innovadora; hace al cristiano propulsor de la libertad transmitida por el Espíritu.

Ellas van a cumplir un papel relevante en la muerte, sepultura y resurrección: son los primeros testigos de sus apariciones. Con su testimonio, conservaron viva la gran noticia de la vida de Jesús que vence a la muerte y, convirtiéndose en sus mensajeras, lo anunciaron a los Apóstoles y lo difundieron entre los cristianos. Estas mujeres han entendido la seriedad del seguimiento que supone la exigencia de una total vinculación con Cristo: Si permanecéis en mi doctrina, sois de veras discípulos míos; si alguno se pone a mi servicio, que me siga y donde esté yo, allí estará también mi servidor (Jn 8,31; 12,26). El discípulo corre la misma suerte de Jesús y, con total disponibilidad, se entrega y sigue a Jesús. El pilar fundamental de muchas actividades misioneras ha sido y es la mujer; son innumerables las que, desde distintas órdenes y organizaciones, han entregado su vida y su ilusión al cuido y atención de pobres y necesitados. Frente a la discriminación y la marginación socio-religiosa, Jesucristo acepta a la mujer en su compañía y la acoge como discípula, vinculada a los Apóstoles. Las mujeres están presentes en el camino del dolor, como recuerda el profeta Zacarías (12,10-14). Cargaron a Jesús la cruz y le seguía una gran muchedumbre del pueblo y de “mujeres” que se herían el pecho y se lamentaban por Él