Admoniciones

Caridad

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

 

Amémonos los unos a los otros (1 Jn 4,7). 

Proponiendo el Himno a la caridad, San Pablo exhorta: “Aspirad a dones más altos. Yo os voy a mostrar un camino muy superior”: 

“Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tuviera caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviese el don de profecía y conociese todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviese tanta fe que trasladase las mon­tañas, si no tuviera caridad, nada soy. Y aunque distribuyese todos mis bie­nes entre los pobres Y entregase mi cuerpo a las llamas, si no tuviera cari­dad, de nada me sirve. La ca­ridad es paciente, es servicial, no es en­vidiosa, no se pavonea, no se engríe; la caridad no ofende, no busca el pro­pio interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal; la caridad no se alegra de la injusticia, pero se alegra de la verdad; todo lo excusa, lo cree todo, todo lo espera, todo lo tolera.

La caridad no pasa jamás. Desaparecerán las profecías, las lenguas cesarán y tendrá fin la ciencia. Nuestra ciencia es imper­fecta e imperfecta también nuestra profecía. Cuando, pues, llegue lo perfecto desaparecerá lo imperfecto Cuando era yo niño, hablaba como niño, apreciaba como niño, razonaba como niño. Luego, cuando llegué a hombre, desaparecieron las cosas de niño. Vemos aho­ra mediante un espejo, confusamente; entonces, veremos cara a cara. Ahora conozco imperfectamente, entonces co­noceré como fui conocido. Ahora permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y la caridad, pero la más ex­celente de ellas es la caridad” (1 Cor cap 13).

Ante estas palabras, sobran las nuestras.

Todos los dones, todos los prodigios, todas las grandes obras de los hombres, nada son, nada valen, de nada sirven sin la caridad que es la reina de todas las virtudes. La caridad es superior a todos los demás dones y virtudes porque todos desaparecerán con la muerte, mientras la cari­dad es eterna.

Vivamos en el amor: "Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. Alegraos con los que se alegran, llorad con los que lloran" (Rm 12, 14-15). El amor al prójimo es prioritario: "A nadie debáis nada, sino el amor mutuo; el que ama al prójimo, cumplió la Ley. Todo precepto se reduce a este pensamiento: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'. El amor no hace mal; la plenitud es el amor. Dejemos las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz. Vestíos del Señor Jesucristo" (Rm 13,8-14). El camino es amar, amar siempre, porque "la caridad es eterna".