Admoniciones

Me alienta

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

 

“Al que me ama, lo amará el Padre;
y yo lo amaré” (Jn 14,21).


El Evangelio atrapa y llena de felicidad. Es subyugante sentirse amado, porque amamos a Jesús: “El Padre os ama, ya que vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí de Dios” (Jn 16,27). “Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin” (Jn 13,1b) Inundados de Jesucristo gozamos de su amor: “El que conoce mis mandatos y los guarda ese me ama; y, al que me ama, lo amará mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él” (Jn 14,21). Felices en el entronque mutuo con Dios: “El Padre y Yo somos una sola cosa” (Jn 10, 30). “Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre” (Jn 8, 19b). ¡Qué enorme dicha es conocer a Jesús!: “En verdad, en verdad os digo que el que escucha mis palabras y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna, y no es condenado, sino que ha pasado de la muerte a la vida” (Jn 5,24).

Tenemos a Dios como padre.“Somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios, coherederos de Gristo” (Rm 8,17). “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9) El premio que tendrán los “hacedores de paz” es que serán llamados hijos de Dios. “Ser llamados”, en semita significa ser “reconocido” por tal, ser verdad lo que se dice de uno. Cristo les promete que van a ser hijos reconocidos por el Padre, hermanos suyos y por tanto, coherederos en el reino celestial. Es extraordinario, impensable, la criatura adquiere todos los derechos de hijo en la casa de Dios Nuestro Señor. ¿Y cuándo será esto así? La redacción lo supone en la fase escatológica, lo mismo que el contexto en que se encuadra (vers. 5.6.7): premio en el cielo. Los tiempos usados para indicar el premio de las bienaventuranzas, puestos unos en presente y otros en futuro, no son argumento decisivo, porque la redacción es de tipo “sapiencial” o “gnómico” en que los tiempos cuentan menos que el sentido atemporal que encierran y la permuta de los tiempos verbales no suele afectar al concepto.

El Verbo facilita la palabra, para pedir y rogar: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá” (Jn 16,23). Y les dijo que se acercaba la hora en que les daría noticias del Padre con claridad: En ese día pediréis en mi nombre y no os digo que yo oraré al Padre por vosotros, porque el mismo Padre os ama, ya que vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí de Dios (Jn 16,25-27)