Admoniciones

Siempre vivirá

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

 

El que cree en mí, aunque muera, vivirá.
¿Crees esto? (Jn 11, 25-27).

La historia de la resurrección de Lázaro (Jn 11,1-47) preludia en el cuarto
evangelio los sucesos de la Pasión; este "signo" es la causa última de que
el Sanedrín decida la muerte de Cristo. El relato proclama que Jesucristo es
la Resurrección y la Vida. Cristo camina hacia la muerte, pero Él es la vida, resucitará.

Las hermanas de Lázaro (Jn 11,21-23) tienen aún una fe incipiente. 
Marta, María y los discípulos se mueven en un plano natural y humano: la enfermedad y la muerte ya irreversible, ya huele (v. 39) y Jesús, en uno superior, 
el teológico, vivirá. Y, lo mismo que la samaritana, también Marta sabrá que es el Mesías (Jn 11,25-27): Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá ¿Crees esto? Marta confiesa la divinidad de  Jesús: "Tú eres" "el Mesías, "el Hijo de Dios". La respuesta sintetiza la cristología del Evangelio. Esta proclamación de su fe en el reconocimiento de Cristo es el culmen de la revelación. El evangelista Juan pone, en boca de una mujer, la profesión de fe que Mateo hace decir a Pedro: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Vivo (Mt 16,16).

Marta, al saber que Jesús se acercaba a Betania, salió corriendo a su encuentro, mientras María se quedó en casa atendiendo a los que habían ido a darles el pésame (Jn 11,31). Jesucristo manda recado a María. Ella, al llegar a Jesús, se abalanzó a sus pies llorando, los judíos visitantes lloraban y la emoción se contagió y conmovió hondamente a Cristo; aquí, muestra claramente su plena humanidad y su divinidad: "Jesús se estremeció y, profundamente emocionado, se echó a llorar" (Jn 11,33-36). 
Jesucristo va hacia la tumba y pide que quiten la piedra. Para el Talmud, el alma
permanecía los tres primeros días y, al cuarto, se marchaba, comenzando la
putrefacción. Marta piensa que el Maestro desea verlo por última vez. 
Es un recurso literario del evangelista para poner en primer plano el milagro que
el Dios de la Vida, va a realizar. Ora al Padre y en ello revela su íntima unión y adhesión a la voluntad del Dador de la vida (Jn 5,21). Rezando al Padre, alzó la voz y gritó fuerte: "¡Lázaro, sal fuera!" (Jn 11,43-44).
Este ¡Sal fuera! es el grito que incita al mundo, voz que de continuo lanza Jesús a la humanidad ciega y sorda para que salga del odio, del egoísmo, de la injusticia, del materialismo y de tantas miserias. "Desatadlo y dejadlo andar". Desatad al mundo de la guerra, del hambre, de la opresión y de la muerte.

Marta y María revelan que la mujer fue discípula atenta que, con atención en
la escucha y con fe honda, se adhirió a Jesucristo.