Admoniciones

Te contemplo

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

Dichosos vuestros ojos que ven (Mt 13,16).

En el A.T. se dice que nadie puede ver a Dios sin morir (Ex 19,21; 33,20). De hecho, "a Dios nadie lo vio jamás" (Jn 1,18). Moisés, Jacob, Isaías..., sólo presenciaron teofanías envueltas en imágenes. El único que lo ha visto y nos lo ha revelado es Jesucristo (Jn 1,18). El mismo es la revelación, y el que lo ve a El ve al Padre (Jn 14,9; 12,45). Jesucristo es el rostro del Padre y los hombres el rostro de Jesucristo y tanto más lo son cuanto más pobres, marginados, sufridos y despreciados (Mt 25,31-46); de este modo, sin ver a Dios en esta vida, le estamos viendo siempre, debe­mos verle siempre por la fe. Por eso mismo, felices los ojos que vie­ron lo que los apóstoles vieron (Mt 13,16) y los que, sin haber visto, han creído (Jn 20,29). La luz de la gloria hace que los bienaventura­dos vean a Dios tal cual es y sean incluso semejantes a El (1 Jn 3,2).

Verlo y conocerlo es un acto de tipo sapiencia[ y práctico: saber actuar y discernir (Jn 4,1), apreciar y distinguir (Mt 7,16.20; Jn 5,42;10.27). El hombre puede ver a Dios con la luz natural de la razón y a través de las cosas creadas (Rom 1,19-21). 

Dios es la vida, el dador de la vida. Él hace seguir siendo todo lo creado en su evolución desde el acto vivificador del "Fiat"; mantiene girando en su exacta medida y distancia el cosmos; dirige inexorable y amorosamente los destinos del mundo y la historia de los hombres; y protege a cada uno. Su misericordia inunda, su diestra está repleta de justicia y su mano nos conduce (Sal 47, 10-15). Con solicitud, está con nosotros, y tiene su morada con el hombre (Apo 21,3); nos ha llamado y acogido haciéndonos sus hijos y como Padre hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos (Mt 1,23; 5,45).

El hombre no ha de angustiarse por el sustento ni por el vestido; cada día Dios las alimenta a las aves y viste a los lirios del campo, "¿no hará más por vosotros? Vosotros valéis más que un pájaro. Buscad primero el Reino y su justicia y lo demás se os dará por añadidura" (Mt 6,25-32; 10, 29-31; Lc 12,22-31).La misericordia de Dios se manifiesta en su clemencia, en su fidelidad y su gracia (Sal 36,6-11). A imitación de Dios, nuestro afán ha de ser practicar la misericordia con todos (Lc 6,36). Es la misericordia y la compasión que Jesús muestra con los desvalidos, los enfermos, la viuda o la maltratada, la que se debe tener siempre (Mc10,46).