Admoniciones

Mío es el Amor

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

Ya no vivo yo, es Cristo el que vive en mí (Gal 2,20).
Jesucristo amó de modo especialísimo al discípulo amado, su amigo más íntimo, el predi­lecto, el más querido (Jn 13,23). y, también, Jesucristo tuvo una amistad muy particular con Pedro, Santiago y Juan (Mt 26,36-40; Mc 5,37; 9,2; Lc 9,28-36). 
Cristo ama intensamente; su amor penetra y llena por completo, en una posesión sin condiciones ni límites. Es la idea de la transmutación; la entrega total, el vivir la vida en su intimidad. Es la soli­daridad con Jesús, cabeza de la humanidad regenerada, igual que lo es Adán de la humanidad caída (Rom 5,12-21). En el amor recíproco, se produce la dádiva sincera, se vive volcado en el otro en un ámbito en que ya no cabe nuestro individualismo, se pierde el "yo" y sólo fluye el "tú" y el nosotros. En San Pablo, es un pensamiento básico: el cristiano está unido a Cristo, formando con El un todo, que sigue las mismas vicisitudes (Ef 2,5-6); esa unión se realiza en cada uno de nosotros mediante el bautismo, por el que quedamos incorporados y como sumergidos en Cristo, en su muerte y en su vida, haciéndonos así aptos para participar de los beneficios del Calvario (Rom 6,3-11). El alma, se despoja de su ser y se entronca místicamente en la vida de Cristo; se entrega a su amor y se transforma y trasmuta en Él, vive y permanece en Él, pues "todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gál 3,28); y se anonada en Cristo: "Yo soy de mi amado y mi amado es mío... Soy de mi amado y su deseo tiende hacia mí" (Cant 6,3; 7,11). Incorporada mediante el abrazo de comunicación íntima, forma un todo con Cristo fundiéndose en Él, de modo que ya  «no vivo yo, sino Cristo en mí». Esta idea paulina, dice el P. Bover, es el «arranque sublime de lirismo místico», con lo que suprime su propio ser, para dar lugar a la persona y vida de Cristo. Esta nueva «vida» trasfunde el ser en un nuevo nacimiento por su inserción a Cristo. Así, el que está en Cristo, es una criatura nueva; lo viejo ya pasó y apareció el hombre nuevo" (2 Cor 5, 17).