Admoniciones

Te busqué

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

Encontré al amado de mi corazón, lo abracé y no lo he de soltar (Cnt 3,4).

El objetivo principal del hombre está en buscar a Dios. El profeta Amós decía: "Buscad a Dios y viviréis" (Am 5,6). La misión fundamental en esta vida es buscar el reino de Dios (Mt 6,33; Lc 12,31), a imitación de Jesucristo, que buscaba, siempre y en todo, complacer a su Padre (Jn 5,30), y nunca buscar su propia gloria, sus intereses terrenos (Jn 7.18). La búsqueda de Jesús conlleva diferentes intenciones. Herodes lo buscó para "matarlo" (Mt 2,13); sus familiares para estar con El (Mc 3,32); lo buscaban todos (Mc 1,37; Lc 4,42), porque siempre hacía el bien (Jn 6,26); lo buscaba la Magdalena, llena de amor (Jn 20,15), y sus ene­migos para deshacerse de El (Mt 28,15; Mc 16,5; Jn 7,11; 11,56; 18,4-8). Llegará un momento en que lo buscarán y no lo encontrarán (Jn 7,34-36; 8,21; 13,33). 

Es el Señor el que, con solicitud, ofrece su amor: Tú no me buscarías, si ya no me hubieras encontrado. Es Él el que sale a nuestro encuentro. Y, con ansia, expresamos el deseo: "Mi alma está sedienta de ti" (Sal 63,1; 42,1-21).

De la filosofía griega tenemos el concepto de que la persona se compone de dos elementos diferenciados: el cuerpo y el alma. En la Biblia, «el alma» no es una parte del hombre, es el hombre entero; el alma designa asimismo la espiritualidad del hombre. Pero el alma, en el mundo semita, es el aliento vital, la misma vida. Salvar el alma es salvar la vida (Mt 2,20). Jesucristo da su alma, su vida, por los demás (Mt 20,28; Jn 10,11.15.17), y, como Él, debemos darla también (Jn 13,37ss; 15,13). 

El alma designa a la persona entera, el alma es el hombre (Mc 3,4); objetivamente el alma es el yo mismo (Lc 12,19-20). El alma es el sujeto de la vida afectiva (Jn 12,27; Mt 26,38); la sede de la vida interior, íntima y oculta del hombre (Mt 15,8; Mc 7,6); el centro del amor (Mt 22,37; Mc 12,30; Lc 10,27); la base de la vida volitiva, de las reflexiones y de las decisiones (Lc 21,14). El alma está hecha para amar, para complacerse (Mt 12,18), para buscar a Dios (Mt 22,37). La palabra hebrea nefesh significa el alma y el ser vivo, la vida misma. Pero el alma no es la fuente de la vida, que sólo está en Dios. Él solo posee el Espíritu vivificador.