Admoniciones

Bienaventurados

Autor: Camilo Valverde Mudarra   

 

 

 

A los que lo reciben, les da el ser hijos de Dios (Jn 1,12).

 

 

Vino la luz al mundo y los hombres, ciegos, prefirieron seguir en las tinieblas. Pero, a quienes lo reciben, les da el ser hijos de Dios (Jn 1,12). Nos da la filiación de Dios y nos hace coherederos con Cristo; poseeremos el Reino y gozaremos de la vida eterna: El que cree en mí tiene la vida (Jn 3,36). Yo soy la luz (Jn 12,46).

Jesús subió al monte y, entonces, levantando los ojos hacia sus discípulos comenzó a proclamar que son bienaventurados los pobres, los misericordiosos, los afligidos, los pacifica­dores, los perseguidos, porque de ellos es el Reino de los cielos, heredarán la tierra, serán llamados hi­jos de Dios... "Bienaventurados seréis cuando os injurien, persi­gan y, mintiendo, digan todo mal con­tra vosotros por causa mía. "Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompen­sa será grande en los cielos” (Mt 5, 20; Lc 6, 20-23).

El género literario de las bienaventuranzas es un producto semita. Las Sagadas Escrituras las emplean varias veces (Sal 1,1-3; 31,1; 41,2; Prov 3,13; 8,34; Eclo 14,1; 28,23, …), y lo mismo se observa en los escritos rabínicos.

Mt y Lc difieren en el número. Lucas tiene cuatro y parecen las originales; Mateo las amplía a ocho. Estas ocho “sentencias exclamativas” forman el exordio solemne del sermón de la montaña (Mt 5,3-12) y constituyen una síntesis del mensaje evangélico, como programa de vida cristiana. Al mismo tiempo, se presentan como formas concretas de concebir la felicidad del hombre.

Las bienaventuranzas definen las disposiciones interiores que conforman al hombre con la voluntad de Dios: Unas, el grupo más numeroso, cualifican la actitud del creyente ante Dios y otras dos, la de los misericordiosos y la de los que trabajan por la paz, llamadas “activas”, designan disposiciones del corazón que han de inspirar al cristiano en sus relaciones con el prójimo.

Son bienaventurados los que quieren que haya justicia para el hombre. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de que triunfe la justicia en el mundo.

 La Ley y los Profetas son todo el Vie­jo Testamento: La Ley es el Pentateuco y Profetas quiere decir to­dos los demás libros. Tales Leyes, perfec­cionadas en el mensaje de Cristo, tendrían su cumplimiento en la Iglesia fundada por El. Todo el Antiguo Testamento tendrá su cumplimiento en la Iglesia, hasta el fin del mundo.