Admoniciones

La educación

Autor: Camilo Valverde Mudarra

 

 

La sabiduría popular, que nunca se equivoca, advierte: "Cuando tienes buena tela, buscas un buen sastre. Tienes un buen hijo, ¿y no buscas un buen maestro?".

La educación es una imprescindible actuación que debe proporcionar los asideros cognitivos y psicológicos adecuados y potenciar, con el ejercicio, el entendimiento y la voluntad que capacite al educando para afrontar, con rectitud, los problemas y las situaciones nuevas que va a presentar la inercia de los acontecimientos de cada especialísimo momento de su presente. El íntimo entronque existente entre educación y desarrollo individual y social indica la importancia con que la sociedad ha de tratar y suscitar la instrucción materna, familiar y escolar.

La madre es el aliento vivo de la familia, en la que se establece un vínculo tan estrecho y envolvente que varios, padres e hijos, constituyen un “unum”, una entidad integral. La madre, con el sostén y presencia del esposo, cierra y aúna la entidad familiar. La educación de los hijos se integra de modo coherente en los derechos y deberes de los cónyuges en el ámbito de la familia, raíz educadora del niño en la que ha de encontrar ternura, dedicación y autoridad. Pero, es necesaria la labor conjunta de los padres para lograr lo que es una obligación de justicia a la prole. La acción educativa de la familia jamás puede sustituirla ni suplirla la escuela que, más tarde, se añade y adiciona a aquella. Es esa segunda etapa en la vida del niño en que se sienta en un aula ante el Maestro que va a procurar y completar su educación con los elementos sistemáticos e institucionalizados que el hogar ya no puede ofrecer. Decimos Maestro con mayúscula. Palabra llena, rica, evocadora y dignísima; del latín magister = maestro; el que sabe, el que enseña, corrige y dirige. Jesucristo es y se titula Maestro: “Vosotros me llamáis Maestro, y decís bien, porque lo soy” (Jn 13,13); "y abriendo su boca los enseñaba..." (Mt 5,2). En la cultura oriental, budismo e hinduismo, el neófito vive bajo el manto de un maestro que dirige su desarrollo físico y espiritual, hasta alcanzar la madurez.

            El Salmista orienta a buscar el saber: "Enséñame el sentido y la sabiduría" (Sal 119.66). En los proverbios se advierte: "Aplica tu corazón a la disciplina, tus oídos a las palabras sabias". "Escucha, hijo mío, sé sabio y dirige tu corazón por el camino recto". "Corrige a tu hijo y te dará descanso, será las delicias de tu alma" (Prv 23,12.19; 29,17). Y San Pablo, como maestro, dice: "Os enseñé, lo que yo aprendí" (1 Cor 15, 3).

Una educación completa ha de surgir de los padres que son los principales educadores, cuya finalidad, en la formación del carácter y desarrollo del hijo, estará en inculcarle el amor al prójimo y el recto uso de la libertad.  El término libertad es opuesto al de libertinaje.

       No olvides ni descuides la educación de tu hijo, no hay para ti empresa más urgente ni precisa.