Viaje del Papa a Portugal

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Benedicto XVI ya está en Portugal, en Lisboa, donde ha llegado para dar un mensaje de esperanza a los portugueses, pero también a todas las personas, sean de la nacionalidad que sean, e incluso da igual su confesión o credo religioso. El lema del viaje, “Contigo caminamos en esperanza. Cristianismo, sabiduría y misión”, desde luego no puede ser más sugerente.
Benedicto XVI lo ha dejado muy claro nada más llegar a Lisboa: “Soy un peregrino de la Virgen de Fátima y fue Fátima la que se dio a la Iglesia y nos mostró el amistoso designio de Dios, de los vínculos de la solidaridad humana con el único Padre. Esa es la razón de este viaje”.
Como siempre, el Papa, en todos y cada uno de sus mensajes, en sus discursos, en sus encíclicas, en todas sus intervenciones se muestra como un incansable buscador de la Verdad y ese es el elemento constitutivo de su vida y posiblemente de su Pontificado.
Efectivamente, la búsqueda y afirmación de la verdad ha sido el empeño de la trayectoria del teólogo Joseph Ratzinger y lo es ahora del Papa Benedicto XVI. Su permanente trabajo en reivindicar la capacidad de la razón humana de acceder a la verdad y, en consecuencia, su insustituible papel en el acto de fe y en la reflexión teológica y vivencia religiosa avalan que Benedicto XVI no pierda ocasión para argumentar de forma inequívoca que muchas de las causas del mal en el mundo de hoy -al menos las más profundas- están precisamente en el olvido de la verdad de Dios y la verdad del hombre.