Tiempo de vacaciones, tiempo de convivencia

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Las vacaciones pueden ser una oportunidad de convivencia que durante el resto del año no se puede disfrutar. Me da mucha pena cuando oigo decir que septiembre es el mes en el que se producen más separaciones y divorcios, porque como durante el resto del año cada uno anda en sus trabajos, apenas ni se relacionan porque no coinciden en sus horarios y ni se conocen.

Por eso en periodo vacacional es muy necesario el diálogo libre y acogedor que permita a los miembros de la familia expresarse, ser escuchados y profundizar en la comunicación. Además de permitirnos salir de los horarios y de la rutina diaria, junto con los fines de semana, constituyen ese tiempo tan necesario en el que podemos olvidar que somos productores y convertirnos en personas capaces de escuchar, amar y comprender.

El matrimonio como todo hay que cuidarlo, mismamente si compramos una hermosa planta y la dejamos abandonada en un rincón del salón y no la regamos llegará el día que la planta se seque. En el matrimonio por mucho que queramos no es posible mantener estado éxtasis. El 99% del tiempo lo pasamos conviviendo y compartiendo pequeños retales de la vida. En una ocasión leí un libro del Dr. Marañón que decía: “hay que ser traperos con el tiempo”. Traperos de detalles insignificantes. Es casi, el único modo de expresar el amor. Lo tenemos todo al alcance de la mano, porque es barato. No tiene precio, tener los ojos abiertos y el oído fino. ¿Cómo se dilatan las pupilas y vibran los tímpanos? Con amor. Quien está enamorado capta inmediatamente los deseos del otro. No hace falta pedirlo, ni tan siquiera decirlo.

Cada noche echamos a la basura los periódicos que contenían las noticias truculentas del día. Lo mismo podríamos hacer con las pequeñas desavenencias que hayan podido surgir ese día y a recomenzar de nuevo.

Lo que Dios unió no debe separarlo el hombre porque en su mano está la voluntad de mantenerlo unido para siempre.