Un inestimable tesoro

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Al final de su paso por la tierra Jesús manda a los discípulos diciéndoles “id y enseñad”. Estos empezaron con valentía y audacia, a enseñar la verdad que habían vivido y visto con Jesús. Comenzaron los obstáculos, y más tarde la persecución, pero a pesar de ello no se acobardan, no se apartan, traspasan Palestina, alcanzando Asia Menor, Grecia e Italia y llegan a hombres de toda cultura, posición social y raza. Es sorprendente que estos hombres no tenían una cultura, ni formación, pero si tenían una gran fe. Gracias a ellos el mundo conoció a Cristo.

Hoy, nuestra sociedad está sufriendo un ataque a nuestra religión, al cristianismo, en la mayor parte de los medios de comunicación. Pero nosotros no podemos dejar nuestras creencias, nuestra fe, solo cuando asistimos a Misa u otro medio de formación y, luego no transmitirla.

No olvidemos las palabras de Jesucristo: “El que quiera venirse comigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga”. ¿Aún no nos hemos dado cuenta que hay “ganancias” que destruyen la vida del hombre y de la sociedad? Si miramos a nuestro alrededor los ejemplos son incontables: orgullo, soberbia, avaricia, lujuria, afán de poder, envidia, ira…

¿Como pelean los aficionados al fútbol, o a la política?, ¡por ejemplo!

Al acabar el año dedicado al apóstol Pablo, recordemos que Dios lo llamó con signos muy extraordinarios, pero el efecto que produjo en él es el mismo que ocasiona la llamada específica que Dios nos hace a muchos para que le sigamos en medio de nuestras tareas ordinarias.