¿Han leído exactamente lo que dijo Benedicto XVI?

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Han sido muchos medios de comunicación, gobiernos, organizaciones… los que han criticado al Papa, porque no quieren reconocer el problema real del Sida ni quieren afrontarlo directamente.

Si, es cierto que Benedicto XVI, dijo a los periodistas que: “El Sida no se combate con la distribución de preservativo, que, al contrario, aumentan el problema" “El Sida se vence con una humanización de la sexualidad”, “Con una renovación espiritual humana, que comporta una nueva forma de conducta de unos con otros y a través de una amistad, disponibilidad y amor por los enfermos”. Y es cierto, así lo confirma el director del “Proyecto de Investigación de Prevención del Sida” de Harvard, Edgard Green, “El Papa tiene razón. Nuestros mejores estudios muestran una relación consistente entre una mayor disponibilidad de preservativos y una mayor (no menor) tasa de contagios de Sida” “Así como también me di cuenta de que el Papa dijo que la monogamia era la mejor respuesta al Sida en África. Nuestras investigaciones muestran que la reducción del número de parejas sexuales es el más importante cambio de comportamiento asociado a la reducción de las tasas de contagio del Sida”.

Sabemos que hay y habrá siempre que el Papa hable muchas controversias, mientras las mentiras que tanto daño hacen de inmediato, son devoradas por la actualidad del día siguiente.

Pero ni el Papa, ni la Iglesia nunca olvidan a estos enfermos. Me gustaría saber qué hacen todos aquellos que dicen que la Iglesia no hace nada para combatir el Sida: ¿a cuántos enfermos han ido a visitar, consolar, animar, ayudar, si están tan preocupados por ellos? ¿Saben cuántos hospitales, ambulatorios, dispensarios…de enfermos de Sida mantiene la Iglesia? Millones de sacerdotes, religiosas y laicos en medio de muchas dificultades, acogen y cuidan a estos enfermos.

Ese que tanto cacarea contra la Iglesia católica puede estar seguro que si un día cayera enfermo contagioso, -Dios no lo quiera-, no tendría a su lado a sus amigos de progresía de salón, sino a la Iglesia católica, a la que tanto escupen y zarandean.