Justicia, pero con caridad

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Se nos ha borrado el sentido de la justicia y la caridad, porque ya casi nadie lo utiliza, lo mismo que la educación, y al paso que vamos, parece que ni siquiera el esfuerzo personal sea la llave que lleve a crecer y hacerse persona.

Cuando se hace justicia a secas, no os extrañéis que la gente se quede herida: pide mucho más la dignidad del hombre. La caridad, ha de ir dentro y al lado por que lo dulcifica todo. Algunos se conforman con acercarse a los umbrales, prescindiendo de la justicia, y se limitan a un poco de beneficencia, que califican de caridad, sin percatarse de que aquello supone una parte pequeña de lo que están obligados a hacer.

La caridad, que es como un generoso desorbitarse de la justicia, exige primero el cumplimiento del deber, que empieza por lo justo, se continúa por lo equitativo. Pero para amar se requiere mucha finura, mucha delicadeza, mucho respeto.

Sin embargo, quién practica la caridad y la completa con la justicia, nos mueve a conducirnos de manera desigual, con los desiguales, adaptándonos a sus circunstancias concretas, con el fin de comunicar la alegría al que está triste, ciencia al que carece de formación, afecto al que se siente solo (…) La justicia establece que se dé a cada uno lo suyo, que no es igual, que dar a todos lo mismo. Como hacemos las madres, olvidarnos de nosotras mismas y acudir a los hijos más necesitados.