Promesas que encierran el odio a la cultura y a la religión del pueblo

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Acabo de oír unas declaraciones de la Consejera de Educación de la Junta de Andalucía, diciendo: "Sí algún padre se siente molesto u ofendido por la presencia de algún crucifijo en las escuelas, que lo manifieste; inmediatamente procederemos a su retirada". "Tenemos que ser respetuosos y acceder a lo que nos pidan los ciudadanos".

Luego, entonces, ¿que ocurre con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que nos quieren implantar como obligatoria? Existen 23 sentencias y 82 autos de medidas cautelares favorables a los padres objetores. Los padres simplemente estamos haciendo uso de un derecho constitucional, ante unos contenidos ideológicos que sustentan y salpican el temario de esta asignatura, que no han sido consensuados (no se ha tenido en cuenta ni a padres, ni a profesores, ni a la oposición política mayoritaria, como cabe esperar en una democracia), sino que ya vienen impuestos por el gobierno.

¿Es este el respeto que usted ofrece al primer padre que se sienta ofendido? Sabe que le digo: que el crucifijo "no hace daño a nadie" como dijo el alcalde Tierno Galván. Mientras que la Educación para la Ciudadanía margina la educación moral, sustituyéndola por una instrucción cívica, que supone un peligro para la vida de nuestros hijos y de nuestra democracia. Ya se lamentó Ortega y Gasset en su día, "de la pretensión de reducir la enseñanza de la ética a una educación para la convivencia".