Benedicto XVI, ha finalizado su viaje a Turquía

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Después de cuatro días, con la sencillez y la humildad que le caracteriza, y con una nitidez inexplicable, el Papa ha llevado la esperanza a tierras de persecución y ha mostrado, una vez más, que la verdad y el camino del hombre en la historia requieren un esfuerzo de unión entre todos. Unidad entre los pueblos y unidad entre la razón y la fe, y unidad entre las religiones. La presencia de Benedicto en la mezquita azul no es sólo un momento de un viaje cargado de profundas raíces en la historia del cristianismo, ha sido un gesto que nace del corazón de quienes se confiesan hijos del mismo Dios Padre, misericordioso. El último acto de su viaje pastoral ha sido la misa en la Catedral del Espíritu Santo de Estambul, donde nos ha recordado que “la Iglesia no quiere imponer nada y que simplemente pide que la dejen vivir libremente y expresar lo que no puede esconder: a Cristo”. Ningún cristiano puede permanecer al margen de poner a Cristo en la cumbre. No podemos quedarnos con las palabras del Santo Padre en la mente y su figura en la retina, sino que hay que trabajar para anunciar las palabras que Jesús nos dijo, ¡Id y anunciar el evangelio!, con la misma valentía, sencillez y humildad como nos ha enseñado el Papa.