Ante la duda, nadie puede disparar en el bosque

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

El embarazo es el resultado de la unión en el amor entre un hombre y una mujer. Es un acontecimiento único y sagrado. Cuando se trae un niño al mundo es para que éste sea parte de un hogar lleno de amor y protección. Pero ahora desgraciadamente, en esta sociedad tan “progre”, que nos ha tocado vivir, algunos dicen que si un niño presenta ya en el seno de su madre una complicación médica, la manera de resolver el problema es quitarle la vida. Si, no me invento nada. El Centro británico de Ginecología Royal Collage of Obstetricians an Gynaecologits, ha enviado un documento dirigido a una Comisión privada Bioética para orientarla de cara a un informe que está elaborando, respecto a la aplicación de la medicina en los fetos y a los recién nacidos y que titula con el escalofriante mensaje “Dadnos la posibilidad de matar a los recién nacidos con minusvalías”. ¿Aborto para recién nacidos? ¿Eutanasia para niños? De momento, el debate se centra en que, para la ley, deje de llamarse a esto “asesinato”. A pesar de todos los argumentos abortistas, la defensa del no nacido se apoya en una pregunta modesta, pero con enorme fuerza, ¿no será el embrión, desde su punto de partida, un individuo llamado a la autonomía y al protagonismo de su propia vida? Pero si algo hay claro es que, ante la duda, es obligatorio respetar: nadie puede disparar en el bosque cuando duda si lo hace sobre un hombre.