Ningún valor a los ojos de este mundo

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Muchas muertes, en menos de una semana son 29, entre ellos varios bebés, que intentaban llegar en pateras a nuestras costas. Cada día nuevas tragedias, nadie con un mínimo de sensibilidad, debería quedar ajeno. Lo más terrible es que nos acostumbramos a todo, sin plantearnos un por qué y si todos tenemos o no alguna parte de culpa en lo que pasa a nuestro lado. Detrás de cada uno hay un drama, una historia, una frustración y una falta de futuro en su lugar de origen. Tiene que ser muy fuerte la causa para exponerse a los peligros de la homicida codicia de los traficantes y del mar. El inmigrante se merece un trato digno y justo, son personas en grave necesidad a las que se les debe prestar un trato acorde con la dignidad inviolable del ser humano. No podemos equipar a los inmigrantes con los delincuentes.

Todo hombre tiene derecho a acceder a la riqueza que garantiza su supervivencia; se trata de un derecho natural, anterior por lo tanto a cualquier derecho positivo, un derecho inalienable inscrito en la naturaleza humana que no puede estar supeditado a trabas administrativas. Todo hombre tiene derecho a utilizar plenamente su inteligencia y habilidades en el acceso a los bienes que le son absolutamente indispensables para alimentarse.

"La riqueza tiene como fin primordial el sustento del género humano y, por lo tanto, su destino último es universal, y todos los hombres tienen derecho a disfrutarla equitativamente, y existe un principio de uso común de los bienes" (Doctrina Social de la Iglesia 328).