A vosotros los ancianos

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Si estáis aquí, si Dios os quiere aún en este mundo terreno, con vuestros achaques y dependencias, quiero pediros, por favor, que no os sintáis un estorbo –como a veces escucho-, pues toda vuestra vida es un punto de referencia, un faro donde quizá a los más jóvenes sólo nos quede esa luz ante tanta oscuridad. 
Admiro vuestra manera de ser, de pensar y de estar en el mundo, llena de dignidad y coraje. Admiro cómo habéis sabido abriros camino aún a costa de dificultades y penurias. Admiro vuestro respeto, vuestra humildad y sencillez. Admiro esa paz que transmite vuestra mirada cuando estamos junto a vosotros, sabedores de haber cumplido, porque nuestros mayores han tenido siempre más presente los deberes que los derechos, y eso da tranquilidad al espíritu y satisfacción de haber conseguido una vida lograda y ejemplar que dejar como herencia y legado a los suyos.
¿Nos hemos parado a pensar si quizá lo mejor que tenemos, si quizá la parte de nuestra vida de la que más orgullosos estamos se lo debemos a su influencia y ejemplo? No nos dejemos arrastrar por esta sociedad deshumanizada que sólo valora lo útil, lo que produce, lo joven, lo bello, lo cómodo, lo que no ata y, echa en olvido unas vidas llenas de entrega sacrificio, generosidad, amor…
A vosotros, las nuevas generaciones jóvenes que, preocupados e inmersos en el alocado discurrir y quizá llevados por una falsa modernidad y progreso, no habéis reparado en la soledad y abandono en que se encuentran muchos de ellos. Cuando ellos han dado todo, es de justicia, pero es sobre todo, de amor, darles nuestra ayuda, nuestra presencia, darles sencillamente nuestra sonrisa y nuestro cariño. ¡No necesitan más!