¿A que trato exquisito se refieren?

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Ya estoy cansada oír al señor Zapatero y a muchos de sus ministros, el último ha sido el señor Alonso, que después del “trato exquisito” que ellos han tenido en todo momento con la Iglesia, le hayan respondido con “esa cosa tan belicosa”, refiriéndose a la nota de los obispos, llegando incluso a amenazar diciendo que: “nada será igual tras el 9 de marzo”. Probablemente se refieren a la aportación de la Iglesia.

En primer lugar estoy segura que ni siquiera han leído la Nota y, si alguno ha llegado a hacerlo ni se ha enterado o no le conviene enterarse. La Iglesia no impone nada a nadie, pero el Evangelio tampoco se calla ante quienes pretenden imponerlo todo. Los obispos tienen la obligación y el derecho de hablar, como todo ciudadano en un país libre y porque es su oficio ayudar a la formación del juicio y de la conciencia y al discernimiento a la hora de tomar decisiones importantes en la vida que afectan a las personas y al bien común de la sociedad y de la Iglesia.

Y, en segundo lugar, quiero recordarle –aunque lo saben muy bien-, a estos señores que están tan ofendidos, que la Iglesia se financia con las aportaciones que sus fieles rellenan, en la casilla correspondiente de la Declaración de la Renta y, con otras aportaciones que hacen a través de sus diócesis u otras instituciones. Por lo que el Estado se ahorra más de 36.000 millones de Euros al año, con las ayudas que a través de Centros de Enseñanza, hospitales, ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de acogidas a minusválidos, transeúntes, enfermos terminales de SIDA, reeducación social para personas marginadas como exprostitutas, expresidiarios y extoxicómanos…Orfanatos para niños abandonados, etc. En definitiva, la atención a los más desvalidos.

Así que no se ponga tan nervioso el Gobierno, porque la Iglesia va a seguir su ritmo a pesar de todas las trabas. La Iglesia, en nombre del Señor, va a seguir proclamando el Evangelio, en defensa de todas las injusticias y como Jesús nos dijo: “El que os dé a beber un vaso de agua porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa” (Mc. 9, 41).