“Todo lo hizo bien”

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

No encuentro palabras con las que comenzar, después de todo lo que se ha hablado de Don Luis Felipe Gómez Caballero, sacerdote, de la Prelatura del Opus Dei y, que ya ha atravesado la frontera hacía el cielo. Sí, allí estará junto al Padre y a La Virgen, a la que tanto quería. Además Ella ha querido corresponderle con ese mismo cariño –como no puede ser menos de una Madre- y llamarlo el día en que la Iglesia celebraba la festividad de la Virgen de Lourdes.

Cuando me llamaron para decirme que había fallecido, dentro del dolor que me causó, lo primero que me vino a la mente fue: “todo lo ha hecho bien”. Vivió con humildad, con sencillez, con bondad, con paciencia, con alegría, con serenidad que nos transmitía a todos los que a él acudíamos. Así llevó también su enfermedad, hasta el último momento, en que sus párpados se cerraban para siempre.

Hace aproximadamente veinte años que le conocí y, durante todos esos años nunca le vi enfadado ni aún siquiera serio, ni con gesto de cansancio, que en muchas ocasiones lo estaría. Por que Don Luis Felipe, además de atender los colegios que le tenían asignados, atender el confesionario de muchos centros, y sobre todo el de la Iglesia de San Juan, Don Luis Felipe visitaba a todos los enfermos que conocía -o que no conocía y le pedían que lo hiciera-, allí estaba él, acompañándolos y ayudándolos, con sus palabras de cariño a ofrecer su dolor y rezar con ellos y por ellos.

No puedo olvidar durante toda la enfermedad de mi nuera Ana, como rezaba por ella, por mi hijo, como nos animaba a llevar con alegría la Voluntad de Dios en estos duros momentos. No se, como se enteró, pero cuando Ana entró en coma fue el primero en llegar.

Cuando murió mi madre el primer responso se lo rezó él. Por que él vivió siempre pensando en hacer el bien a todos, e intentar que todos fueran al cielo.

Y, que voy a decir en cuánto todo lo que a mi me ha ayudado. Cuando acudía a él primero me preguntaba por todos y cada uno de los míos, tenía una memoria increíble, cosas que le había contado en algún momento, al cabo de algún tiempo, me decía: “oye y esto como va”. “Tú no te preocupes, pídele a la Virgen, verás como se arregla todo, yo también le voy a rezar”. Me iba alegre y reconfortada y, efectivamente aquello se solucionaba. En algunas ocasiones me dijo cosas, que yo, luego cuando sucedían, decía este hombre es sabio.

No me importa, decir públicamente que Dios puso a Don Luis Felipe en mi camino por el bien de muchas cosas, la principal mi familia, que sin su consejo, probablemente yo no estaría ahora escribiendo este testimonio. Desde ahora ya me encomiendo a él, para que como siempre me ayude –y ayude a los demás- a seguir el camino definitivo, “el cielo”.

A nadie ha sorprendido la numerosa concurrencia de personas que asistieron al funeral de Don Luis Felipe. Porque el que siembra recoge. Aunque él no solo sembró para la tierra.