Mostrar a Dios a través de nuestra vida

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

En unas declaraciones a la prensa, su presidente, Alfredo Dagnino, ha puesto el dedo en la llaga que afecta a toda la sociedad, al señalar que tanto los gobiernos como los parlamentos democráticos, sean del signo que sean, no pueden ser indiferentes a la religión, a Dios y a la moral. En este sentido recuerda que el compromiso de los laicos como miembros de la Iglesia, supone dar testimonio de su fe en todas las facetas de su vida. Nos encontramos, pues, ante una nueva llamada a la conciencia, hecha desde el ámbito universitario, a recuperar el espacio público para el anuncio de Dios, ofrecido a la libertad del hombre como respuesta a su exigencia de felicidad y de sentido

El compromiso público hoy de los cristianos pasa por dar valor al testimonio, como dijo Juan Pablo II en Canadá. En una sociedad en la que ser cristiano signifique ir a contracorriente, el martirio, el ostracismo, el valor del testimonio es imprescindible para la credibilidad del mensaje cristiano, como ha recordado Benedicto XVI hace unos días en su alocución en el Ángelus, coincidiendo con la beatificación de los 498 mártires del siglo XX en España.

En definitiva, los cristianos tenemos que ser testigos de Cristo y ante las críticas o falta de obediencia con los Mandamientos de Dios, debemos reaccionar como un hijo que ama de verdad a sus padres: con una unión más firme a sus disposiciones y enseñanzas, con una obediencia más rendida y con un esfuerzo mayor para ejemplo de las personas con quienes nos relacionamos.

Si somos cristianos, hay que serlo a todos los efectos, cuando se dirige un periódico, o cuando se ejerce de consejero delegado de una sociedad, o cuando se es ministro o parlamentario, o educador, o padres de familia o…Ser cristiano requiere una coherencia de vida.