Cuando el amor es verdadero

Autor: Elena Baeza Villena

 

 

El sábado asistí a la boda de los hijos de unos amigos. Las lecturas que escogieron para la celebración Eucarística fueron las adecuadas para dicha unión. “Dios creó al hombre a imagen suya; a imagen de Dios los creó; varón y mujer los creó. Los bendijo y les dijo; Sed fecundos y multiplicaos”. Génesis 1,28-29. “Los maridos deben amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, y nadie aborrece jamás su propia carne, sino que la alimenta y la abriga como Cristo a su Iglesia. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán dos en una carne”. Efesios 5, 28-33. Y, es que la familia cristiana es llamada Iglesia doméstica, porque manifiesta y realiza la naturaleza comunitaria y familiar de la Iglesia en cuanto familia de Dios. Entregarse del todo significa entregarse una sola vez, a una sola persona, y guardar todo para ella. Sabemos los que llevamos bastantes años casados que no es fácil, pero posible. No podemos estar fijándonos continuamente en el defecto o en lo que el otro, o la otra, me ha hecho o me ha dejado de hacer. Pensemos también que el otro y la otra también tiene sus defectos. El matrimonio no es algo que se utiliza cuando me sirve y si ahora me falla se rompe. Cuando el amor es verdadero, es incondicionado, no admite cláusulas de temporalidad, restricciones ni reservas. El amor total llena de verdad a la persona. Y, esto es lo que se han prometido estos jóvenes esposos. ¡Ojalá! sea para siempre. El buen ejemplo lo tienen en sus padres y en sus familias.