Tanto tienes, tanto vales

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

En estos tiempos que nos ha tocado vivir, en una sociedad de consumo, una sociedad con un deseo incontenible de dinero o de bienes materiales que no encuentran dónde ni como satisfacerse: una aspiración a querer tener más. Son muchos los hombres y mujeres de hoy que viven para sus bienes, que los persiguen ansiosamente, que subordinan lo mejor de sus vidas para conseguirlos. Han hecho del dinero un ídolo que es su valor supremo y del que son verdaderos esclavos. No se valora a la persona por su belleza interna, ni por su capacidad intelectual, sino por la fama y el dinero, “tanto tienes, tanto vales”. Conseguir lo que sea, a cambio de lo que sea, pero eso sí, con poco esfuerzo, lo más cómodo, lo que no cuesta.

La riqueza en sí no es mala ni buena, depende del uso que hagamos de ella y de nuestra actitud interior ante los bienes materiales, que, además de prestar una utilidad razonable y moderada a quienes los posean, tienen –no lo olvidemos- una función social, especialmente con los más pobres y necesitados.

Pensamos cuánta gente hay pasando necesidades y otros acaparando riquezas, haciendo de ellas el centro, el motor y la meta de su vida, olvidándose de los demás. Estamos en vacaciones, tiempo que nos debe llevar a la reflexión, recordando que hay que evitar ser preso de la codicia, escribía Hernan Hesse: “Es un misterio notable, y sin embargo sencillo, de la sabiduría de la vida de todos los tiempos que la más pequeña entrega desinteresada, todo compartir y todo amor nos enriquece, mientras que todo esfuerzo por poseer y por buscar el poder nos quita fuerzas y nos empobrece”.