Nuestra Señora del Carmen

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Últimamente se han puesto de moda los días dedicados a tomar conciencia sobre los más variados problemas sociales. Pero mucho más antigua que una moda de tanta solera al menos como la fiesta de la Virgen del Carmen, que hoy se celebra, es el día de las gentes de la mar. El culto y la devoción a la Virgen del Carmen se remonta a los orígenes de la Orden carmelitana, cuya tradición más antigua la relaciona con aquella pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que subía desde el mar y que se divisaba desde la cumbre del Monte Carmelo, mientras que el profeta Elías suplicaba al Señor que pusiese fin a una larga sequía. La nube cubrió rápidamente el cielo y trajo lluvia abundante a la tierra sedienta durante tanto tiempo, de ello surge la estrecha relación entre la Virgen del Carmen y el mar.

Por todo nuestro litoral, en cada pueblo de pescadores se pasea con este motivo la imagen de la Virgen, para reconocerla como Estrella de los mares, guía segura en los embates de la vida y de la inclemencia marinera. También los pueblos del interior se engalanan con alegría para honrar a su Señora.

El pueblo cristiano ha venerado a la Virgen del Carmen particularmente por medio del santo escapulario como a la madre de Dios y nuestra, que se nos presenta con estas credenciales: “En la vida, protejo; en la muerte, salvo”.

El Papa Juan Pablo II, en la visita que hizo a Santiago de Compostela el año 1982 deseaba a todos: “Que la Virgen del Carmen…os acompañe siempre. Sea Ella la Estrella que os guíe, la que nunca desaparezca de vuestro horizonte. La que os conduzca a Dios, al puerto seguro”.