Como conocer a Jesús

Autor: Elena Baeza Villena

 

 

Cuando nos gusta una persona, procuramos tratarla, conocerla cada día más a fondo. El amor surge del conocimiento y del trato confiado y personal. Por eso la lectura del evangelio nos ayuda a conocer cada día mejor a Jesús, aumenta la facilidad para quererle. Enamorarse de la Humanidad Santísima de Cristo. Herodes cuando oía hablar de Jesús, sintió curiosidad por conocerle deseaba ver el personaje del que se contaban tantos prodigios, porque estaba obsesionado que podía ser Juan, al que el había mandado decapitar, pero no era por otro sentimiento. Solo curiosidad. 

Nuestro afán es conocer al Señor, cada día más que es donde nace el verdadero amor, el que le queramos cada día un poco más, no se puede querer a quién no se trata. Nuestra lectura del evangelio tiene que penetrar dentro, no leer, sino vivir las palabras del Señor. Sus palabras son pocas, pero dicen mucho y “no se pueden valorar en números, sino por su peso”, comenta San Agustín. Cuántas veces hemos recibido una nueva luz al contemplar un pasaje del evangelio, ya leído y meditado en muchas ocasiones. Por eso tenemos que hacer su lectura con afán de mejorar, para que nos influya en toda la jornada, a veces será una sola palabra, un solo gesto, que nos sirva como jaculatoria y presencia de Dios ese día. Meditar el evangelio es ponerse frente a Jesucristo con ansias de imitarle, conformar nuestra vida con la suya. En esa tarea de identificarnos con el Señor, hemos de empeñarnos con todas nuestras fuerzas. Tenemos que amar lo que ama Cristo y rechazar lo que El reprueba: reproducir en nosotros su vida.

La lectura y meditación del evangelio es un medio imprescindible para conocer mejor a Jesucristo, para imitarle, para enamorarnos más de El, sin permitir que entre en nosotros la rutina o el acostumbramiento y, descubrir que Jesús tiene una vida humana y un corazón de carne como el nuestro.

La Virgen guardaba todas estas cosas en su corazón, hagamos con Ella y digámosle Jesús aquí estamos, queremos tratarte, conocerte, amarte, imitarte, seguirte; en una palabra porque estar con Cristo es poder ser cada día mejor y amarle es asegurarse la felicidad.