Una boda con sabor brasileño

Autor: Marco Antonio Batta, L.C.

Fuente: Buenas Noticias

 

 

Guillermo Villanueva y Roberta Costantini se casan. ¡Y de qué modo! 

Él es mexicano, de Guadalajara; ella, romana. Un matrimonio, de por sí, es siempre una buena noticia. Si es globalizado, como éste, aún más. Pero el de Guillermo y Roberta tiene tela no sólo para un artículo, sino para varias páginas en los periódicos. 

El hecho es el siguiente. Junto a la tarjeta de invitación a la ceremonia venía una sencilla hoja que decía: «Los esposos desean que los regalos de bodas sean destinados a quien tiene mayor necesidad, en particular a los niños de las favelas de San Pablo, Brasil, a través de la fundación Altius», y seguía con los datos de dónde depositar aquello que cada quien pensaba gastar en los obsequios. 

A mí, casi me da un pasmo de alegría. Pero el contento fue a más cuando un amigo me aseguró: «No es la primera vez que lo escucho. De hecho, es una cosa cada vez más común». 

Comprenderán que todo esto me hizo quedarme muy pensativo: en un mundo en que todos buscamos tener más, ¿no será mejor dar que recibir? A fin de cuentas, ¿dónde está nuestra felicidad? ¿En las cosas? ¿En nuestra alma? 

No resistí la curiosidad y le escribí un mensaje de correo electrónico a Guillermo. El único motivo era hurgar las razones por las que habían tomado esa decisión. 

Me respondió con sencillez: «Sin duda, el primer motivo es el de dar gracias a Dios por permitirnos tener ya una casa. Por ello, el resto de cosas serían en cierta forma superfluas. Es bonito tener cosas nuevas, pero nosotros sentimos que sería una especie de despilfarro».

Continuó: «Pero dado que la gente quiere regalarte algo por el hecho de que el matrimonio es un evento tan singular para una pareja, ¡qué mejor que ofrecerles la oportunidad de ayudar a los que tienen más necesidades!». 

Leí el texto con los ojos pelones. Y es que la cosa no es tan sencilla como parece. Es verdad que gracias a Dios ya tienen un techo donde vivir, pero no es menos cierto que los regalos dan mucha ilusión y siempre son un recuerdo muy hermoso. 

Reflexioné. Guillermo y Roberta no se acordarán de los cuadros o de la cubertería que su tía les regaló. Recordarán otras cosas mejores: las manos de quienes ofrecieron su dinero, y las de quienes con él pudieron vivir un poquito mejor. ¿No es este un recuerdo estupendo para un día de bodas?

A fin de cuentas, se es más feliz extendiendo la mano para dar que alargándola para recibir.