La unión hace la fuerza

Autor: Luis Santos V.

Fuente: Buenas Noticias

 

 

¿Qué pensaría usted si le dijeran que puede comprar en internet una hostia consagrada por Juan Pablo II por 100 dólares? Seguramente diría “aberrante” o también, ¿a quién se le puede ocurrir semejante disparate? Pues bien, esto mismo fue lo que pensaron 50.000 católicos en Estados Unidos y Canadá al enterarse de que la casa de subastas eBAy tenía esa oferta en su página web.

Un señor de Iowa había puesto a la venta la hostia un día después de la muerte de Juan Pablo II. Afirmaba que la había recibido en 1998, en una misa, y la había guardado como recuerdo. Un católico californiano, para asegurar, ofreció 2000 dólares para evitar que la hostia cayera en manos de una secta satánica.

Mientras tanto comenzaron otras acciones importantes. Mons. Roger Augustine, administrador de la diócesis de Sioux City, presentó una queja formal a eBAy para que retirara la subasta. La compañía respondió que no consideraban aquello una ofensa a la religión y que, además, la responsabilidad de lo que se vendía a través de su página recaía exclusivamente en los vendedores.

Las acciones continuaron. Por parte de los laicos, varios grupos comenzaron a reunir firmas para hacer presión sobre eBAy. Abrieron la página www.boycottebay.org para invitar a los católicos a enviar cartas a la empresa haciendo la misma petición. La respuesta fue inmediata.

El hecho, gracias a Dios, tuvo un final feliz. Mons. Augustine pudo contactar al vendedor de la hostia quien, tras una explicación de lo que significaba la Eucaristía para los católicos, entregó la forma al sacerdote y pidió disculpas. Al parecer, no había maldad, sino simple ignorancia.

eBAy, a su vez, al ver que las cartas de protestas no dejaban de llegar a su buzón, se vio obligado a emitir un comunicado en el que aseguraba a sus clientes no permitir nuevamente que se vendieran “artículos” que pudieran ser ofensivos para la religión. Efectivamente, las organizaciones católicas temían que se hiciera una práctica habitual este tipo de comercio, que podía llevar a graves ofensas al Santísimo Sacramento.

Moraleja: si quieres que te oigan, habla; si no basta, grita. Lo importante es que tu fe sea respetada, porque Dios -como nos enseña el primer mandamiento- debe ser amado sobre todas las cosas.