Cuando sea grande quiero formar una familia así

Autor:  José María Moriano, L.C. 

Fuente: Buenas Noticias

 

 

En la familia Darolles reina la alegría. Los esposos son Jacques y Sabina. Él, 51 años, es piloto de Air France, y pasa la mayor parte del tiempo entre París, Lisboa y Moscú. Ella, Sabina, con sus 52 años, gestiona una hermosa granja en la región de Haute-Garonne (Francia) después de 17 años de trabajo en un despacho de abogados en Toulouse, a treinta kilómetros de la granja. Dios les ha bendecido con tres hijos: Adrien, Jean y Armand, de 17,14 y 11 años respectivamente. Una familia, en fin, tan común como cualquier otra.

Pero gracias al concurso de Secours catholique («Socorro católico»), desde 1996 se convirtió en familia de acogida. Casi por casualidad: «En el supermercado –cuenta Sabine- encontré una vecina que me habló de las familias de acogida. Había leído ya un artículo sobre esto, y le dije que quizás nosotros podríamos ser de ellos…». Ocho días más tarde, Alexandre, 7 años, llega a casa de los Darolles, donde pasará ese verano, y después cuatro más.

¿Qué es Secours catholique? Desde hace sesenta años este programa ofrece la posibilidad de acoger en casas particulares a muchachos con situaciones delicadas, durante el tiempo de vacaciones de verano. Ruptura familiar, contexto social precario, fracasos escolares… Éstos son los ámbitos de la lucha diaria de muchos niños y adolescentes que, sin embargo, gracias al apoyo de esta organización católica francesa, tienen la oportunidad de conocer otro modo de vida familiar, sereno, armonioso. Logran así descubrir que la vida en familia es un ambiente no sólo posible, sino bueno.

Al siguiente verano, le tocó a Thomas ocupar la habitación de Alexandre. Este adolescente más bien reservado de 16 años es «como un primo» para los tres hijos de la familia; un excelente delantero para los partidos de futbol. «Con Thomas, podemos jugar dos contra dos ¡Es más divertido!», añade Adrien. Disfrutan en la piscina de la granja y pasean en bicicleta conociendo los alrededores.

Thomas es más bien discreto cuando habla de su vida cotidiana; está rodeado de personas sin trabajo, y no cuenta con la ayuda de sus padres que se encuentran enfermos. Refugiado en la música, pasa las horas del día encerrado en su cuarto. Ahora, en cambio, es distinto: con los Darolles descubre la alegría de compartir, de divertirse, de trabajar y orar juntos… Y cuando los días de vacaciones de Thomas llegan a su fin, no duda en afirmar: «Cuando sea grande quiero formar una familia así».

Amar en familia significa saber estimar los valores y posibilidades de cada miembro que la compone, promoviéndolos siempre. Secours catholique rubrica con su experiencia que las familias sanas construyen sociedades mejores y expresan la verdad y altura del Evangelio hecho vida ¡Muchas felicidades!

Con datos de Famille Chrétienne, nº 1594, del 2 al 8 de agosto de 2008)