Liturgia Viva - 17

Autor: Padre Antonio Sanz cmf   

 

 

Homilía

 

Liturgia de la Palabra

El interés mostrado por el tema de la homilía ha hecho que decidiera atender algunas sugerencias, por lo cual he preferido no enviar el correo semanal para no alterar el orden de los contenidos.

 

Recordamos conceptos.

Distinguimos tres géneros de predicación: evangelización, catequesis y homilía. No se excluyen, se complementan y, a veces, se necesitan mutuamente. La homilía ocupa entre ellos un lugar eminente.

La homilía pretende “hacer comprensible y actual para los fieles la palabra escuchada”. Consiste en el comentario actualizador de la Palabra de Dios proclamada en las lecturas (el salmo es también Palabra de Dios) para que se comprenda y viva mejor. Explicar la Palabra para aplicarla en la vida.

Se debe destacar más la obra salvadora de Dios,

que lo que debemos hacer nosotros (moral).

La homilía no debe desconectarse del acto litúrgico que se celebra, sino que debe integrarse en él

Consecuencia:

No comenzar (ni terminar) con la señal de la cruz (reminiscencia de los antiguos “sermones” que hacían de cuña en la misa, prescindiendo de ella). La señal de la cruz ya se ha hecho al iniciar el Evangelio, y la homilía es una prolongación del mismo.

 

Duración de la homilía, hay autores que sugieren que los domingos ordinarios sea de 7 a 10 minutos; los días entre semana, de 4 a 6 minutos (así se mantiene la proporción con el conjunto de la celebración).

La homilía está reservada al ministro ordenado que preside (obispo, sacerdote, o excepcionalmente, a un diácono). (No se trata de impartir una lección, por ello no se busca un especialista; no se trata de compartir ocurrencias privadas. Es un ministerio...).

A veces el sacerdote se plantea: ¿qué digo yo a esta gente?

Habría que matizar: ¿Qué dice el Señor hoy (en esta situación concreta) a esta gente? 

Convencidos de que lo que yo diga y cómo lo diga, es vehículo para que el Señor llegue a cada uno de la asamblea, no debo descuidar:

Un lenguaje directo, que conecte con la gente

pronunciar con suma claridad las sílabas de cada palabra, las letras de cada sílaba particularmente las finales ya que tienden a difuminarse.

Cuidado con los incisos: si no se advierten o si no se modula la voz, la gente puede perder el hilo 

La grandeza de la homilía es ser humilde sierva de la Palabra de Dios. 

Gracias por haber leído este mensaje.

Antonio Sanz, cmf


 

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