Los Obispos y la obligación de votar

Autor: Ángel Gutiérrez Sanz

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Las elecciones generales ponen a los católicos frente a una difícil situación. Los representantes de la Iglesia Católica insisten en que es preciso afrontar el voto con responsabilidad, en libertad y desde la conciencia rectamente formada, lo que lógicamente nos lleva a pensar que los votos emitidos con ligereza, visceralidad, ignorancia, manipulados, influenciados, cautivos, etc., serían poco recomendables. 
Pensamos inevitablemente en los votantes que lo hacen por egoísmo, en función de intereses personales, con total desprecio al bien común y de los que se lo toman poco en serio, que votan por votar, los votantes inducidos y manejados por otros. 
Para poder votar en coherencia con la fe habría que saber a quien se vota y porqué se vota. Ésta es la cuestión, saber cual es el candidato idóneo, si es que hay alguno. Difícil cuestión. Una misma fe cristiana, nos dicen los obispos españoles, puede conducir a compromisos políticos diferentes; pero ¿cómo distinguir unos de otros? 
¿Cómo saber, en las circunstancias actuales, quien está más en coherencia con las exigencias de la fe?. No busquéis en la nota de los obispos españoles las siglas de ese partido por que no las encontrareis. Por menos quisiéramos saber, si alguno de los partidos que se presentan a las elecciones resulta descartable para los votantes católicos. En la Octogésima Adveniens podemos leer: ?El cristiano que quiere vivir su fe en una acción política concebida como servicio tampoco puede adherirse, sin contradicción, a sistemas ideológicos que se oponen radicalmente, o en puntos sustanciales a su fe y a su concepción del hombre?. 
A mí se me ocurre pensar, si el materialismo rampante, si las posturas relativistas y permisivas, que propician el aborto y el divorcio, no caen dentro de estas ideologías poco recomendables.....Si esto fuera así, entonces ¿con qué partido nos quedaríamos los católicos?....Yo siempre he tenido claro, que detrás del voto católico debería ir incorporadas unas exigencias a los partidos, pero según parece los votantes católicos pedimos muy poco a cambio de nuestros apoyos, cheques en blanco. Ésta, pienso yo, es nuestra gran responsabilidad. Las cosas están como están, porque los católicos regalamos nuestro voto y los partidos lo saben . Basta con no ser peor que el adversario, basta con que las fechorías propias no sean del calibre del partido opositor y ya está . Cuando lo que debiera ser es, que quienes quisieran el voto católico tendrían que merecerlo y así hacérselo saber a los partidos. Dejémoslo aquí, porque la cuestión a la que quisiera referirme es a la abstención ¿Puede el abstencionismo ser una opción legítima para el católico?. Dado el panorama político, hay católicos que están muy interesados por esta cuestión. A tal efecto el 7 de Enero de 2004, enviamos una comunicación a la Comisión Permanente del Episcopado Español en estos términos:

A LA ATENCIÓN DE LACOMISIÓN PERMANETE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
Con el mayor respeto y lealtad, en nuestra condición de católicos practicantes, nos dirigimos a nuestros Pastores, los Excelentísimos Señores Arzobispos y Obispos integrantes de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, con el fin de solicitarles una aclaración.

Se trata de una declaración inserta en la nota, que dicha Comisión periódicamente hace publica con motivo de la celebración de Elecciones Generales, en todo el Estado Español. En ella se pueden leer estas palabras: ?Votar en las elecciones no es sólo un derecho civil y constitucional, sino también una obligación?. Si pues votar es una obligación, la abstención, parece darse a 
entender, resulta ser algo ilícito.

Delicada situación para los católicos de buena fe que pensamos que en conciencia no debemos participar en las referidas elecciones. No podemos votar a un partido porque ninguno merece nuestra confianza, no podemos votar en 
blanco porque se interpretaría como un respaldo a un sistema, que para nosotros no es el que conviene, de aquí que consideremos la abstención como la postura moralmente más decente. 

Intoxicados por el desleal bombardeo propagandístico a favor del actual sistema y de la participación electoral, resulta difícil hacer entender la postura abstencionista. 
Difícil, sí, pero vamos a intentarlo.

Naturalmente nos referimos a los abstencionistas que no lo son por comodidad, pereza, dejación, o conveniencias personales, ni siquiera por intereses políticos, sino por motivos estrictamente morales y religiosos. Católicos de buena fe, que entendemos que participar en las elecciones significaría dar apoyo y cobertura a un sistema político nefasto, por el que no podemos apostar. Ésta es la razón de nuestra abstención, única forma posible de resistencia pasiva, hoy día, por medio de la cual queremos expresar nuestro inconformismo. Creemos que la abstención así entendida viene a ser una opción legítima, hecha desde la libertad y la responsabilidad y no exenta, por cierto, de todos los contratiempos y dificultades, que conlleva el nadar contra corriente, tal como ha venido sucediendo con todos los regímenes a través de la historia.

Por mucha propaganda que se haga, es preciso reconocer que la conveniencia o no del actual sistema político en España debiera ser considerado como una cuestión opinable, sobre la que los ciudadanos pudiéramos expresarnos libremente incluso en los férreamente controlados medios masivos de comunicación, porque no creemos en el presunto ?dogma  político? de que el actual sistema es intocable, cuando es evidente que en la política todo es mejorable

En la ?Pacem in terris? se nos dice: ?No puede establecerse una norma universal sobre cual sea la forma mejor de gobierno, ni sobre los sistemas más adecuados 
para el ejercicio de las funciones públicas?. Si de acuerdo con estas palabras nos colocamos en situación de quien piensa, con todo el derecho del mundo, que el actual sistema no es el deseable y tiene dificultades para expresar públicamente su opinión, comienza a resultar ya más comprensible la postura abstencionista. 

Vamos con las razones justificativas de la postura de quienes nos abstenemos por negarnos a ser cómplices y colaboradores del actual sistema que no nos gusta y desearíamos ver sustituido por otro mejor . ¿Qué es lo que no nos gusta?....

-No nos gusta que la aritmética de los votos, incluidos los cautivos, sea el único referente para establecer legitimidades


-No nos gusta que los principios y criterios éticos fundamentales sean sustituidos por un peligroso relativismo. ?Después de la caída del marxismo, nos dice Su Santidad Juan Pablo II en su Encíclica Veritaris Splendor, existe hoy un riesgo no menos grave: la alianza entre democracia y relativismo ético que quita a la convivencia cualquier referencia moral segura?.

-No nos gusta un sistema que propicia un Estado y una Constitución ateos, en los que cabe casi todo excepto Dios.

-No nos gusta un sistema político manipulador, que hace creer a los ciudadanos que son libres , sin serlo realmente. En pocos momentos de la historia el hombre ha estado esclavizado por tantas servidumbres y dependencias interiores, como lo está ahora.

-No nos gusta un sistema de ?lo políticamente correcto? en el que no se protege la vida inocente de los más indefensos y en el que los intereses partidistas y el afán de poder estén por encima de unos principios universales y absolutos que en nuestra opinión debieran ser la base de todo sistema político legítimamente constituido

-No nos gustan, en fin, los frutos del actual sistema político: la institución familiar deshecha, la escuela en ruinas, la sociedad enferma, España como nación al borde de su desintegración.

Estas son algunas de las razones que nos impiden participar en la farsa electoralista que mantiene en pie al actual sistema.

Algo habrá que hacer. ¿Qué?... Condenados al silencio y el ostracismo los que no comulgamos con el sistema, no tenemos otra salida en conciencia, que el abstencionismo (postura que, a pesar de la vergonzante propaganda en contra, se perfila como mayoritaria y que no es tenida en cuenta ). Convencidos de que es posible superar lo que a todas luces es mejorable, cuando menos no quisiéramos vernos obligados a perpetuar dicho sistema político con 
nuestro apoyo participativo, ya que en conciencia ello nos resulta inaceptable.

En cualquier caso queremos que sean nuestros Pastores los que nos orienten. Son a ellos a quienes siempre hemos escuchado y obedecido y con la gracia de Dios lo seguiremos haciendo.

Nos produce una profunda desazón y perplejidad que la voz de nuestra conciencia en este asunto no sea monocorde con la de nuestros Pastores. ¿A quién debemos obedecer?. Ésta es la pregunta. 

En nombre de Jesucristo, quien nos ha de juzgar a todos, pedimos humildemente a los Excelentísimos Señores Arzobispos y Obispos integrantes de la Comisión 
Permanente, nuestros Pastores, que tengan a bien hacer las clarificaciones pertinentes de este asunto, en la forma más explícita que les sea posible, lo que ya por adelantado agradecemos sinceramente.

Solicitando su pastoral bendición , nos encomendamos a sus oraciones, al tiempo que les ofrecemos las nuestras. Con todo nuestro afecto y respeto:

El día 18 de febrero de 2004. La Comisión Permanente de la Conferencia del Episcopado Español sacaba una nota con motivo de las Elecciones Generales el 20 de Marzo en España . No sé si intencionadamente o no, pero dicha nota es una respuesta en toda regla a nuestra carta comunicado, como puede verse. En ella se mantiene aún con más insistencia que el votar es un deber. Pues bien , si 
después de los considerandos expuestos en nuestra carta-comunicado, los obispos, nuestros pastores, nos imponen el deber de votar . Votemos y no se hable más. 
Sobran los comentarios.