Expectativa ante el Tercer Milenio

Autor: Ángel Gutiérrez Sanz

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Dentro de mil años, nos verán a nosotros perdidos en la lejanía de los tiempos. ¿Qué podrá pasar en el tiempo que nos quede de vida? 

El poder estrenar año , siglo y milenio es un lujo que se da muy de tarde en tarde, tanto que los que tengan la suerte de volverlo a celebrar, dentro de mil años, nos verán a nosotros , perdidos en la lejanía de los tiempos . ¿ Que sucederá entre tanto? ¿Cómo serán los próximos 50 años? ¿ Que podrá pasar en el tiempo que nos quede de vida? Pues seguramente van a pasar muchas cosas sorprendentes. Cada año suceden.

Según los sabios metidos a futuristas, hemos de estar preparados para grandes cambios, algunos previsibles y otros que seguramente nos cogerán de sorpresa, si es que todavía nos queda capacidad para ella. Sin poder precisar los tiempos en los que estos grandes cambios han de producirse, se habla ya no a humo de pajas, sino con cierto fundamento, de que nos esperan tiempos de gran prosperidad, en los que seguramente habrá para todos. Se prevé que grandes superficies, ahora inertes sean fecundadas y transformadas en zonas fértiles, de las que se podrán extraer alimentos en cantidad.

El simple hecho de que se puedan cultivar plantas en terrenos áridos y desérticos o de elevada salinidad puede suponer una fuente de riqueza inconmensurable. Este aumento de la prosperidad fruto de una mayor productividad, irá acompañado de la inocuidad de los alimentos, que hará difícil, si no imposible, que se den casos como el de las "vacas locas" , por ejemplo.

En el campo del trabajo veremos transformada la actividad laboral, en función de las tecnologías y en función de los nuevos conceptos de sociedad . El trabajo duro será cosa de las máquinas, quedando reservado par el hombre sólo el trabajo creativo y gratificante, que podrá hacerse sin tener que salir de casa, simplemente conectando el ordenador a la hiperempresa para la que se trabaja , en coordinación con otros grupos o bien a través de la telefonía móvil mientras se viaja o se pasea.

En cuanto a la medicina se esperan adelantos sensacionales. Muchas de las enfermedades que ahora nos aquejan serán vencidas definitivamente: el cáncer, el sida, la malaria, el párkinson , las enfermedades coronarias, la demencia senil etc. hasta la misma vejez es considerada como una enfermedad relativamente curable. Con el conocimiento del genoma humano se abren unos horizontes inmensos en el campo de la medicina, ello va a permitir que la manipulación genética se aplique para evitar minusvalías, para mejorar los rasgos estéticos, potenciar la inteligencia u otras capacidades psíquicas, dicho en otros palabras, los hombres podrán ser a su antojo, guapos y listos a la vez, aunque ello pueda comprometer la pérdida de la propia identidad del yo. La farmacología a su vez dispondrá de medicinas capaces combatir el dolor, incluso habrá sustancias con las que se pueda incrementar las funciones intelectuales.

Con lo que llevamos dicho eso de tener salud, dinero y amor dejará de ser un "desideratum" imposible a la mayoría de los mortales, para convertirse en una realidad al alcance de cualquiera.

Según las razonables previsiones de los científicos, al hombre se le quedará pequeña la tierra e irá a explorar nuevos mundos siderales que las ondas robotaizadas irán poniendo al alcance de sus manos. Dicen y si ellos lo dicen, será por algo, que el nuevo milenio será el del espacio. Utilizando novísimas tecnologías se tiene la esperanza de poder colonizar la Luna o Marte, así como otros planetas más alejados. Se podrá dar respuesta por fin a la enigmática cuestión sobre la vida fuera de la tierra .

Bajo múltiples y variados aspectos se nos está mostrando la imagen fascinante de un mundo cargado de promesas y expectativas. ¿ A quien no le gustaría vivir en un mundo así? ¡ Que pena haber nacido tan pronto!... lo que nos vamos a perder... Sospecho que con una tierra así, muchos hombres puedan preguntarse ¿que necesidad tenemos ya del Cielo? Otra vez el mismo sueño, el del hombre que quiere convertirse en un pequeño dios, que quiere ser el centro del mundo, que aspira a ser la medida de todas las cosas. ¿ Podrá el hombre suplantar a Dios? ¿Podrá prescindir y vivir sin El?. Desde el siglo pasado hemos venido escuchando las voces de filósofos ateos que nos hablaban a gritos de la muerte de Dios, pero este vaticinio no se ha cumplido , son ellos quienes han muerto , mientras que Dios sigue gozando de buena salud, pese al laicismo rampante.

Al margen de utopías y catastrofismos ilusorios, yo estoy seguro que los hombres en los próximos años podremos vivir materialmente mejor y que tardaremos más tiempo en morir, es decir que viviremos más con una mejor calidad de vida y mil cosas más que ahora mismo ni siquiera podemos imaginar. Lo que ya no es tan seguro es que con todo ello vayamos a ser más felices. Es la historia universal y personal de cada día la que se encarga de demostrarnos sobradamente que la prosperidad, la riqueza o el desarrollo no son sinónimos de felicidad .

El hombre siempre ha sido y seguirá siendo ese sujeto de esperanzas que apuntan a horizontes más allá de la muerte, constituida en barrera infranqueable, incluso para los científicos humanamente más optimistas. El hombre siempre ha sentido, siente y seguirá sintiendo también en el próximo milenio, la necesidad de que Alguien le espere al final del camino. De ello estoy completamente seguro. No acierto a ver a un mundo y a unos hombres cerrados en si mismos.

Si el hombre y la sociedad tienen futuro será porque estén dispuestos a abrirse a la Esperanza que les supera y les sobredimensiona , por ello yo tengo para mí, que entre las predicciones que hoy con más fundamento se puedan hacer, al comienzo de este tercer milenio, está aquella que ya hace algunos años hiciera Malraux con estas palabras : " El siglo futuro será religioso o no será"