Todas las miradas puestas en Haití.

Autor: Ángel Gutiérrez Sanz

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El infierno vivido en Puerto Príncipe ha hecho que nos olvidemos de nuestras preocupaciones cotidianas. Las gentes, el mundo entero, sin distinción de razas, credos o ideologías políticas está sintiendo la tragedia, como si fuera propia. Acostumbramos como estamos a tanta perversión, gestos como éste ayudan a reconciliarte con la especie humana. Algún motivo queda todavía para la esperanza.  No deja de ser una alentadora noticia saber que los hombres y mujeres de nuestro mundo son capaces de sufrir con el que sufre y solidarizarse con los que más lo necesitan. ¿ Esto, lo hace  también Dios? 

Son las doce de la noche, justamente cuando estaba pensando en Haití, acabo de oír a Josep Ramoneda cerrar el programa Hora 25 de la Cadena Ser, con esta pregunta  ¿ Cómo es posible que un Dios Todopoderoso consienta un desastre como el de Haití? Ésta es la pregunta que muchos miles de personas se habrán hecho y se estarán haciendo a estas horas. ¿ Por qué les ha tocado a ellos, los haitianos, ni mejores , ni peores que los demás , tan sólo lo mas pobres y abandonados? ¿ Por qué han sucumbido más de un centenar de miles de víctimas, entre las que se encuentran niños inocentes? ¿ Qué han hecho ellos para merecer esto? 

Decía Dostoiewski : “Si la felicidad de los hombres hubiera de lograrse al precio del dolor inmerecido de un niño, lo digno sería rechazarlo” El llanto de los niños y los gritos desgarrados de las víctimas de este  cruel terremoto interpelan al Dios bueno.  Algunos teólogos, ante el horror que les produce la imagen de un Dios que pudiendo evitarlo, no quiso hacerlo, se han inventado un Dios que quiso; pero no pudo. Ninguna de las dos respuestas resulta satisfactoria. Si  no quiso no entendemos porque hemos de llamarle bueno. Si no pudo , no entendemos por qué hemos de llamarle Dios. 

Algo se revela en nuestro interior cuando somos testigos de catástrofes como ésta, porque nos parecen humanamente absurdas , humanamente injustas. Más aún nos sentimos tentados a decir: sufren los ancianos, sufren los inocentes, sufren los niños, sufren todos de forma indiscriminada, luego Dios no existe. 

Querido Ramoneda no encuentro respuesta  a la pregunta que nos formulas a estas horas de la noche; pero como filósofo que eres, sabes muy bien que si los hombres tuviéramos respuesta a los interrogantes divinos, entonces Dios dejaría de ser Dios y es  que en la mente de los hombres no nos cabe su infinitud, ni sus espacios, ni sus tiempos, ni sus medidas, ni sus designios. Humildemente todo lo que podemos decir es que nos encontramos ante un misterio que nos rebasa.  

Algo sí te puedo asegurar con toda certeza y es que Dios está  al lado de las víctimas de Puerto Príncipe, sufriendo y muriendo con ellas, debajo de los escombros. El Dios del Gólgota no nos deja lugar a dudas de que esto es así. Él fue quien voluntariamente cargó con todo el dolor del mundo, para sufrir con el joven y la viuda, para padecer violencia con la mujer maltratada, para sentir el desamparo de millones de niños de ojos tristes y de los que nunca verán la luz, que agoniza de soledad con el anciano. Si no lo crees así es porque has olvidado aquella tarde del Viernes Santo. Otra certeza más: el misterio de Cristo doliente no acaba con la cruz , sino con la resurrección.