Un caracol

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Un caracol que trajo la marea
solitario, en la playa, se encontraba,
desapercibido se quedó en la arena
y al mar cercano le cantaba.

Su canto era sereno, como el alba,
su voz era celeste como el cielo,
cristalina, transparente y clara,
era tan suave y me llenaba de consuelo.

Mientras el Sol la arena acariciaba
el caracol brindaba su misterio,
el que, profundo, en su pecho se guardaba,
el que el mar le regalo cuando se dieron.

Y era su misterio profundo como el canto
que al caracol le brotaba desde dentro
y era tan azul como aquel manto
que lo abrigaba en las noches del invierno.

Un misterio azul hecho de mar y olor a incienso
de sentimientos guardados en el tiempo,
de melancolía de otoño y de silencio,
de Amor y soledad, de mar, de encuentro.

Cantaba el caracol su canto a cielo abierto,
llamaba a las gaviotas que juegan en el cielo,
bendecía las olas, las nubes y los médanos,
se acordaba de Dios y le tiraba un beso.

Al caer de la tarde, de cielo somnoliento,
las olas lo abrazaron y lo llevaron lejos,
el mar que lo envolvía lo protegió en su seno
y la noche guardaba su canto y su recuerdo.

Un caracol amigo, solitario adorador del cielo
profetizó en la playa y se llenó el silencio,
me regaló su canto, lleno de Amor y de misterio
y me enseñó a decirte, sin palabras, que te quiero.