Un corazón de carne te daría...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Un corazón de carne te daría,
pueblo mío, si me amaras.
Un corazón anhelante en ti pondría
para que del mío te acordaras.

Mi Espíritu Santo en tu pecho infundiría
para que de sus dones te colmara,
el Espíritu que es la fuente de la vida,
para que en la Vida, de Mí te enamorara..

Él, de mis consuelos, tu pecho llenaría
y elevaría hasta el cielo tu mirada,
tu horizonte al infinito ensancharía
y tu vida sería transformada.

Él, en el halo de mi luz te envolvería
y tu corazón ardería en llamaradas,
en el fuego del Amor te quemaría
y te volverías una brasa enamorada.

Con el soplo de su ardor te elevaría
hasta las alturas de mi gracia
y en el aliento de su voz te dejaría
saboreando el perfume de mi casa.

Él, tu cuerpo, como el mar, recorrería,
empapando en mi vida tus entrañas,
el océano de mi paz te mojaría
y las mareas cantarían que me amas.

Tu sangre en mi pasión se fundiría,
mi corazón palpitaría en tus entrañas,
un latido nuevo de Amor yo te daría
y en su batir movería las montañas.

Él, los huesos sin vigor transformaría
cubriéndolos de carne en la mañana,
mi resurrección en ellos brillaría
y un paraíso surgiría de la nada.


Mi Espíritu enviaré porque te amo,
el brote nuevo del Amor primero,
en Él serás la obra que modelo con mi mano
y el mundo descubrirá cuánto te quiero.

Te daré mis ojos para que veas mi belleza
y en mi mirada descubrirás la maravilla,
te llenaré de asombro frente a mi grandeza
y mojarás tus pies en mis orillas.

Yo seré para ti un mar inmenso y dilatado
en el que perderse pueda tu mirada,
serán mis olas las de un enamorado
mojando las arenas de tus playas.

Yo seré ese cielo mágico estrellado
que te subyuga en el silencio de la noche,
seré el misterio que te envuelve en su cuidado
y en el manto de su predilección te esconde.

Yo seré el rocío de una noche enamorada
acariciando tus sienes, tus cabellos y tu pecho,
el trébol verde y suave que bendice la alborada
cuando en mi sol despiertes en tu lecho.

Yo seré la brisa fresca y penetrante de la aurora
y el perfume de los jazmines en invierno
y seré la nostalgia en el viento que me nombra
y el susurro de las hojas mecidas por el tiempo.

Yo seré la ilusión, las lágrimas, la brisa,
la esperanza que anida tu corazón de niño,
el brillo de tus ojos y la luz de tu sonrisa,
la ternura de la miel y del cariño.

Yo seré la mansedumbre dulce del ocaso
y el rubor de las nubes en el cielo,
el vuelo tranquilo de las aves que a su paso
anuncian al mundo mi consuelo.