San Antonio en Rusia

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

Web: Poesía religiosa y mística cristiana         

 

Los martes antonianos
 
Me encuentro en Rusia para realizar mis primeras incursiones lingüísticas con la finalidad de incorporarme a la reciente misión abierta en este país por la Orden de San Francisco después de la caída del muro. Dos meses que me permiten entrar en contacto con la realidad de la Iglesia local y de los frailes que ya desde algunos años trabajan para refundar la Iglesia en estas tierras.
Concretamente en San Petersburgo, ciudad fundada por Pedro el Grande a principios del siglo XIII para ser capital del imperio, rol que desempeño durante tres siglos, hasta la revolución, que trasladó la capital a Moscú.
Me encuentro en una comunidad joven, en la que viven los jóvenes frailes que estudian filosofía y teología en la facultad de teología católica junto a los demás candidatos al sacerdocio provenientes de todos los confines de Rusia y de algunas naciones aledañas que comparten el mismo idioma.
El convento reside todavía en una vieja fábrica semidestruida que con el esfuerzo de todos se logró acondicionar para tal fin hace pocos años. El corazón del mismo es la capilla, dedicada a San Antonio de Padua, patrono de la comunidad y ejemplo para los jóvenes de cómo se debe afrontar el estudio de la teología desde una perspectiva franciscana: dando primacía a la santidad y a la contemplación de los misterios de la vida del Señor con una actitud permanente de oración y devoción, como decía San Francisco, a la que todas las demás cosas deben servir.
El ritmo de la comunidad, marcado por el estudio y la oración, se abre especialmente al pueblo de Dios los martes por la tarde, en que se realiza la misa en honor de San Antonio.
La capilla es pequeña y ese día se encuentra abarrotada de devotos del Santo. Una hora antes de la eucaristía los cantos preparan el corazón para el encuentro. Sigue la exposición de las reliquias sobre el altar, las letanías y lecturas bíblicas, la animación de la oración hasta que se termina con un gesto de profunda reverencia, en fila, todos nos acercamos en medio de cantos a besar las reliquias del Santo. A continuación la celebración de la Eucaristía en la que la comunión con Jesús es la culminación del encuentro con aquel que dedicó su vida a predicarlo y hacerlo conocer al mundo no solo con la palabra sino también con una caridad ardiente acompañada de signos y milagros que sellaban con la autoridad de Dios el mensaje proclamado.
Pero la celebración no termina con la liturgia. Como lo hacían los primeros cristianos, a la misa sigue un ágape fraterno, un té compartido en comunidad que sirve para estrechar lazos e ir construyendo una familiaridad que pueda llevar a la vida concreta la comunión experimentada en la liturgia.
En Rusia este aspecto es muy importante ya que debemos construir la Iglesia desde sus cimientos y el aspecto comunitario es imprescindible sobre todo en una situación de diáspora y minoría como es la que vive la Iglesia Católica.
 
 
13 de Junio
 
Llega el día de la fiesta. La preparación ha sido ardua, en plena época de exámenes, nuestros muchachos le han sacado tiempo al sueño para preparar una fiesta digna del Santo patrono. En el patio y espacio libre que nos deja la construcción del nuevo convento, más apto para soportar los 25 bajo cero del invierno ruso, preparamos la basílica al aire libre. En esta época del año la luz del sol se extiende hasta la media noche de modo que, con una cúpula celeste bien iluminada, la celebración del santo del Pueblo se transforma simultáneamente en una celebración de la luz, casi como si se desprendiera del niño Jesús sentado en el Evangelio que Antonio sostiene en sus manos.
La convocatoria es masiva. Preside la celebración el Arzobispo de Moscú Mons. Tadeo Kondrusiewicz. Participan representantes de todas las comunidades religiosas de la zona y de las seis parroquias de la ciudad. Una nota de colorido especial la dan los niños del centro infantil que funciona en las dependencias del convento en el que reciben asistencia niños con problemas familiares, especialmente vinculados con el alcoholismo y la violencia. Niños, jóvenes y ancianos, todos devotos del santo que encarna el modelo del predicador evangélico del que Rusia tiene tanta necesidad para afrontar la nueva evangelización. De hecho, después de las persecuciones comunistas, la iglesia en Rusia ha quedado verdaderamente diezmada. Los años de persecución han dejado un triste saldo de 60.000 iglesias y 1.000 monasterios destruidos, 360 obispos, 50.000 sacerdotes y 150.000 religiosos y religiosas asesinados y 1.500.000 cristianos perseguidos y procesados por motivos religiosos. La nueva evangelización comienza verdaderamente desde sus bases: anunciar la buena noticia a partir del testimonio de una vida evangélica. En esto Antonio es verdaderamente un orientador en la escuela de San Francisco. 
 
 
Un poco de historia
 
Según cuenta un notario veneciano, Benedetto Bianco, en los años 1407-1409, en la ciudad de Tana (hoy Asov, en las orillas del Don) existían una iglesia franciscana, una escuela, y una comunidad que tenían como patrono a San Antonio.
Cuando en 1624 la Provincia franciscana polaca se dividió en las dos provincias: polaca y Rusa (territorio de la actual Ucrania) ésta última eligió como patrono a San Antonio.
La primera iglesia en tierra rusa fue construida en 1598 en Polosno, cerca de la ciudad de Slusk dando origen a una serie de iglesias dedicadas al Santo como por ejemplo en Maripol, cerca de Novgorod (1600), Lvov (1617), Smolensk (1624), vitebsk (1685). Conocemos la existencia de una iglesia dedicada al Santo en Kiev.
En el siglo XVII en Moscú hay una comunidad de católicos rusos que venera san Antonio: El diácono Piotr Artiemiev (1692) lleva siempre una dalmática con la imagen del Santo. Los libros litúrgicos de la primera mitad del siglo prevén un oficio en su honor.
San Antonio era muy venerado también entre los ortodoxos que participaban numerosos en las iglesias católicas el día de la fiesta.
Actualmente existen en Rusia dos parroquias dedicadas a San Antonio: en Krasnoznamiensk, provincia de Kaliningrado y en Garadovikovsk, en la zona lejana de Kalmukia, junto al mar Caspio. Como lo dijimos anteriormente también está dedicado al Santo el convento y seminario de los franciscanos en San Petersburgo. Son numerosos y en aumento los grupos de peregrinos que llegan a la Basilica del Santo en Padua, entre ellos también de pertenencia ortodoxa.
 
El regreso de la Orden a Rusia, la reapertura de la misión.
 
Los primeros franciscanos llegaron a Rusia en 1245. Entre los primeros hay que recordar a Juan de Carpino, Benito Polacco y Esteban Boemo. El itinerario que recorrían iba desde Kiev y los montes Urales hasta el lago Baikal. El segundo grupo llegó en 1255 guiado por fr. Guillermo Rubrik. A finales del siglo XIII surgieron los primeros conventos dando origen a una custodia en las orillas del Mar Negro y Caspio siguiendo los ríos Volga y Don, con diecisiete conventos. En ese momento los obispos pertenecían preponderantemente a la orden de san francisco. Los primeros franciscanos de Moscú llegaron en el siglo XV y en el siglo XVIII cuentan con un centro misionero en Sokolniki (provincia de Pskov) que tenía convento y escuela atendidos por una comunidad de nueve frailes. En 1806 en Rusia vivían 381 franciscanos conventuales, 610 observantes y 5 capuchinos. Algunos frailes trabajaron como capellanes de la armada zarista en las ciudades de Pietrozavodsk, Kazan y Nicolajev.
Durante el período de la unión soviética los frailes trabajaron en Grodno, Lvov, Vilnius, Kustanaj (Kasajistán) y en la provincia de Novosibirsk.
 
El regreso
 
Después de la caída del comunismo la Orden Franciscana manifestó inmediatamente su interés por el regreso a la tierra rusa. En 1992 un religioso de la provincia de la Inmaculada de Varsovia hacía la propuesta al capítulo provincial de abrir un convento y una editorial en Moscú. El 3 de mayo de 1993 el arzobispo de Moscú invitaba oficialmente a la Orden a integrarse en la reconstrucción de la iglesia católica en Rusia. En septiembre de ese mismo año llegaban a la capital los primeros frailes para comenzar su trabajo educativo en el seminario Mayor María Reina de los Apóstoles apenas abierto.
El crecimiento paulatino de la actividad lleva a la necesidad de la adquisición de un convento y un centro pastoral que puede ser bendecido ya en Diciembre de 1994 en el que se puede colocar la editorial franciscana fundada ese mismo año y reconocida jurídicamente al año siguiente. Esta se transforma en un instrumento privilegiado para la difusión de la espiritualidad franciscana en Rusia. Por primera vez en la historia fueron publicados en lengua rusa los “Escritos de San Francisco” y publicaciones dedicadas a San Antonio de Padua, Santa Clara y San Maximiliano Kolbe. Cada tres meses se publica la revisgta “Blagoviestnik” y la revistga para niños “Malenkij Ryzar”. En solo tres años la editorial ha publicado 60.000 copias de revistas, libros y fascículos.
Entre ellos cabe mencionar los “Sermones de San Antonio”, el libro litúrgico de la oración de los fieles y un libro de oraciones antonianas.
Aunque, como se puede comprender , la editorial no goza de autonomía económica, gracias a los aportes de los benefactores, las publicaciones se difunden en todos los países de habla rusa. Con la colaboración de un nutrido grupo de profesores de la universidad de Moscú se encaró la traducción de autores clásicos franciscanos y el proyecto más ambicioso, la publicación de la primera enciclopedia católica en lengua Rusa. La obra constará de cuatro gruesos volúmenes de los cuales ya ha sido presentado el primero a principios del 2002.
 
 
 
Postulantado y estudiantes de teología.
 
Los frutos de la siembra no se hicieron esperar y se ven especialmente en el florecimiento vocacional. Jóvenes de las distintas provincias y regiones, algunas a dos semanas de tren de la capital, solicitan conocer más de cerca la vida de los hijos de San Francisco. Esto lleva a la necesidad inmediata de abrir un convento para la formación inicial de los jóvenes. Y es así como en el convento de Moscú se abrió oficialmente el postulantado franciscano en febrero de 1995. Allí los interesados vivirán durante dos años sus primeras experiencias de vida religiosa en la espiritualidad franciscana. Se complementa la formación catequética, ya que normalmente en los lugares de origen esto es casi imposible, junto con la historia de la Iglesia y de la Orden, formación litúrgica y primeras experiencias pastorales. En especial es el contacto con los pobres y el servicio a los enfermos en las casas de ancianos y hospitales lo que los pone en contacto con el sufrimiento y el rostro doliente de Cristo. Como para San Francisco el encuentro con los leprosos lleva a definir la opción en el seguimiento del Señor. Con tres jóvenes comienza la experiencia. Alguno abandona la experiencia al poco tiempo y al año siguiente otros 7 se deciden a enfrentarla. El movimiento de jóvenes crece paulatinamente hasta formar un grupo que en los últimos años se ha mantenido en alrededor de 15. El convento experimenta una verdadera ebullición de nueva vida. A los candidatos a la Orden se suman los laicos se acercan para compartir la espiritualidad de Francisco incluso muchos de ellos de pertenencia ortodoxa, lo que nos permite realizar una verdadera tarea ecuménica desde las mismas bases de la Iglesia.
La formación de los jóvenes exigió la apertura del estudiantado de filosofía y teología en San Petersburgo. A pocas cuadras del Seminario Mayor, en el que se forman todos los candidatos de lengua rusa, se abrió el Convento San Antonio. En este momento son 11 los jóvenes religiosos que allí se preparan.

 
Las parroquias de Tula y Kaluga.
 
Una de las principales necesidades de la Iglesia Rusa es reunir los católicos dispersos en todo el territorio y formar las comunidades. Nos confían dos parroquias en las ciudades de Tula y Kaluga. Son pequeñas comunidades en un país verdaderamente postcristiano que podemos colocar sin dudar entre los territorios de misión en el sentido pleno de la palabra. Si tenemos en cuenta los datos oficiales en un país de 180 millones de habitantes, durante la fiesta cristiana más importante que es la Pascua, sólo frecuentan las iglesias ortodoxas el 2% de la población.
Kaluga es una ciudad de 400 mil habitantes a 200 Km. al sudoeste de Moscú. Fundada en el siglo XIV, desde sus inicios contó con la presencia de católicos. La parroquia fue reconocida en 1869 y once años después se construyó la iglesia. Antes de la revolución contaba con 2500 fieles. En 1936 los bolcheviques cerraron la iglesia y la transformaron en un depósito sometiendo los a diferentes tipos de persecución. Después que un pequeño grupo de fieles logró organizarse se volvió a abrir en 1993. Las autoridades de la ciudad no restituyeron el edificio de la vieja Iglesia y solamente después de numerosas protestas el intendente de la ciudad permitió la construcción de una nueva en otro lugar. Donada por una asociación alemana, la pequeña iglesia prefabricada fue inaugurada en 1997 y consagrada a San Francisco.
Tula es una ciudad de 800 mil habitantes a 200 Km. al sur de Moscú y 100 de Kaluga. La primera parroquia es de hace 100 años y contaba con unos 3000 fieles totalmente dispersos durante las persecuciones comunistas. El primer sacerdote regresó en 1993. A pesar de los esfuerzos de los católicos las autoridades de la ciudad no han querido restituir el edificio de la Iglesia que esta ocupado por el laboratorio de análisis judiciales. Las misas se comenzaron a celebrar en casas privadas, luego en aulas o centros culturales. Después de algunos meses fue posible organizar una pequeña capilla en un pequeño galpón adjunto a la iglesia en el que se tiraba la basura. La capilla se abrió el 15 de Agosto de 1994. La comunidad consta de unas 50 personas y es de notar que a pesar del escaso numero de fieles, en crecimiento, ya han entrado a la orden 4 postulantes de ambas comunidades. 
 
El apostolado
 
Desde el comienzo del movimiento franciscano este se expresó en su forma laical a través de la Orden franciscana Seglar. En el convento de Moscú surgió desde los comienzos un nutrido grupo de laicos deseosos de vivir en su dimensión laical la espiritualidad de Francisco. Han hecho su profesión ya unos 15 hermanos y otros muchos se preparan a través de encuentros quincenales de oración y formación. Los franciscanos seglares se ocupan del centro franciscano, de servicios de animación litúrgica en diferentes capillas de la ciudad y visitan a los enfermos y ancianos.
Una atención especial merece la pastoral juvenil y vocacional. Desde hace varios años se organizan durante las vacaciones ejercicios espirituales para jóvenes que permiten hacerles conocer la espiritualidad franciscana y participan también en distintos encuentros y peregrinaciones en los que pueden compartir su experiencia confrontándose con jóvenes cristianos de otras regiones.
Completan el panorama apostólico la asistencia espiritual de los scout católicos, la atención a los pobres en un comedor para carenciados en San Petersburgo y la visita a las cárceles.
La Iglesia Rusa es una Iglesia que se levanta desde las cenizas, en un suelo regado por la sangre y el sufrimiento de miles de mártires, la Palabra de Jesús comienza nuevamente a resonar con fuerza hasta los extremos del mundo. Como Antonio los frailes franciscanos nos volvemos instrumentos en las manos del Seños para anunciar la salvación y la esperanza de una nueva primavera espiritual. El Señor no deja de acompañar y sellar su Palabra con signos concretos de su presencia.