Rivotorto

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Un tugurio simple, humilde 
en medio de un campo santo, 
tejas rotas, un establo, 
un arroyuelo apacible. 

Llamarle primer convento 
ya sería demasiado, 
un refugio abandonado, 
una tapera y un techo. 

Un nido que a los gorriones 
de Cristo ofrece un lecho, 
unas hojas, pasto seco, 
unos salmos y canciones. 

En las vigas unos nombres 
distribuyen el espacio, 
a lo lejos, el Subacio, 
se yergue en el horizonte. 

Francisco encuentra cobijo 
con sus primeras ovejas, 
el buen pastor no las deja 
a la intemperie en el frío. 

Allí reposan y rezan, 
comparten lo sucedido, 
el día que han transcurrido 
compartiendo algunas fresas. 

Trabajan por la comida, 
predican en la comarca, 
la sencillez los destaca, 
son mendigos y dan vida. 

Por mesa una roca hermosa, 
el agua la trae el río, 
si hace calor el rocío 
refresca mientras reposan. 

Comparten sus esperanzas 
inquietudes y tristezas, 
es parte de su pobreza 
hablar con toda confianza. 

El pan siempre compartido, 
la palabra generosa 
del Padre en el que se gozan 
porque Él los ha elegido. 

El calor de hogar sencillo 
está dado en las personas 
y en un Padre que perdona 
las faltas que han cometido. 

Cristo es centro de su vida, 
su Espíritu se respira 
en una sana alegría 
que se vuelve Eucaristía. 

Viven humildes, confiados, 
desapropiados de todo 
como Jesús y a su modo, 
como hombres regenerados. 

Son hermanos penitentes, 
y jóvenes convertidos, 
buscadores del Dios vivo, 
humildes y orantes siempre. 

Rivotorto es el pesebre 
en que renace la Iglesia: 
piedras preciosas selectas 
en las manos de un orfebre. 

Tugurio y vientre materno 
en que gesta un movimiento 
el que les da su alimento 
porque es Padre y Dios eterno. 

Rovotorto es vida oculta 
de Nazaret escondido, 
siembra del grano de trigo 
que la madre tierra oculta. 

Es cobijo, casa y nido 
de golondrinas inquietas, 
entrenamiento de atletas 
que el Espíritu ha movido. 

Es promesa y esperanza, 
es sueño y es profecía, 
intimidad y alegría 
compartida con confianza. 
................. 

Su pasión de penitente 
mortificaba los bríos 
del corcel blanco y bravío 
y sus ímpetus ardientes. 

Y en un río de agua helada 
o en la nieve pura y fría 
apagaba, cuando ardía, 
su carne que era tentada. 

La libertad anhelada 
solamente conseguía 
si la carne sometía 
con penitencias osadas. 

Por devoción ayunaba 
cinco cuaresmas al año 
y así vencía el engaño 
si el enemigo asechaba. 

Eran Orden penitente, 
ejército que entrenaba 
y en el desierto libraba 
una guerra diferente. 

La guerra contra los vicios 
que apagan la fe en el alma, 
que le quitan toda calma 
y los vence el ejercicio... 

de las virtudes contrarias 
sembradas con sacrificio 
en el terreno propicio 
que está arado en la constancia. 

A San Miguel imploraba 
especialmente su ayuda 
y en su honor reza y ayuna 
cuarenta días sin pausa. 

Y la carne sometida, 
para el Amor liberada, 
como copa consagrada 
el buen vino contenía. 

Una atención delicada 
tenía con los hermanos 
que en sus límites humanos 
no siempre lo soportaban. 

Un día, muerto de hambre, 
un pobre fraile clamaba: 
¡me muero! el pobre gritaba, 
¡me atormentan los calambres! 

Y Francisco lo bendijo, 
trajo pan y algunas pasas, 
e interrumpió con confianza 
el ayuno y les dijo: 

Quiero Amor no sacrificios 
dijo el Señor a su pueblo, 
devoción frente al misterio 
y no profetas de oficio. 

Quiero oración pura y alta 
y el holocausto del pecho 
que se quema como incienso 
en el altar de sus almas. 

El ayuno es sólo un medio 
para ganar la batalla, 
para liberar el alma, 
para someter el cuerpo. 

El Amor es lo primero, 
la fidelidad confiada, 
la sonrisa esperanzada, 
la entrega al Dios verdadero. 
.............. 

Un buen día, por la noche, 
llegó un pastor con su burro, 
prepotente, en el tugurio, 
metió el burro dando coses. 

Francisco sin decir nada, 
bendiciendo al buen hermano, 
se levantó y campechano 
decidió cambiar morada. 

Una Iglesia abandonada, 
de nombre Santa María 
le dio una buena acogida 
a la grey desalojada.