R.

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Un bosque de sombra y de misterio
un arcón tan profundo como el tiempo
un corazón ignoto en cautiverio
quiere ser rescatado del invierno.

Taciturno, en las sombras se cobija,
tras la frescura verde de un abeto
y reposa en la penumbra del secreto
la calidez de la plegaria que inhabita.

La timidez del trébol lo tapiza
desde su hondura me observa solitario
y hay un fuego encendido y milenario
que arde y es el ritmo de su vida.

Es un bosque en búsqueda incesante
que de magnolia perfuma su sonrisa
y del amor la llaga cauteriza
en el sendero que me abre su semblante.

A veces el cansancio lo detiene
y el viento retacea su caricia
se opacan el horizonte y la sonrisa
mientras los ojos saborean la intemperie.

Un bosque que en su hondura permanece
inexplorado y virgen del encuentro
por el sendero camino muy adentro
sobre mi piel la frescura que me ofrece.

Me penetra su penumbra y estremece
nostálgica la sombra que me envuelve
y el sendero es maravilla que se pierde
en la hoguera de un calor que me enternece.

Es un bosque mi amigo tan amado
un santuario del misterio que descubro
el tabernáculo del cosmos en que escucho
la música de un cielo transformado.

Una música suena sosegada
es su alma que, vuelta melodía,
una vez más derrama la armonía
del clamor silencioso de su calma.

Entra un rayo de sol y la plegaria
exorciza la sombra y el misterio
libera en el Amor su cautiverio
que se vuelve en sus ojos luminaria.

Aquel Amor que exorciza soledades
y arranca del abismo hacia el encuentro
el único que colma el sentimiento
cuando inunda el interior de claridades.