¿Qué ves amado?

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Veo un campo inmenso de tulipanes rojos
a orillas de un lago azul, pálido, apacible,
el sol sobre ellos besándolos con su luz imperceptible
acariciándolos con la luz que hay en sus ojos.

Veo las aguas del río que desde la montaña llega
en el rumor el sonido de tu voz que lo acompaña,
siento que acaricia a su paso de la tierra las entrañas
y tu voz la penetra fecundándola de luz en primavera.

Contemplo en el lago los témpanos aislados
que se derriten al toque de tus besos,
los que navegan erguidos liberados de su peso
y al calor de tu mirada se funden en el lago.

Siento un aletear sereno de gaviotas
que me traen noticias tuyas desde el cielo
y en su volar apacible me llenan de consuelo
en la tarde en que mi pensamiento al tuyo se remonta.

Y siento en mis mejillas el soplo alado de tu viento
Que acariciándome apacigua mis ansias y me arroba,
El que habla en mis sentidos y silenciándome te nombra
Cuando su canto se vuelve brisa enhebrada de lamento.

Y en el aire las gotas saladas de la bruma en la bahía,
el corazón empapan de la nostalgia piadosa de tu reino,
se besan con el fuego y evaporan las ansias del encuentro,
el corazón se entibia reposado en el mar de la armonía.

Veo una bruma apacible y tranquila que envuelve la mañana,
que húmeda se mezcla con la arena fresca de mi playa
y un rumor de olas apenas jugueteando que te cantan;
entre caracoles y almejas el yodo de la espuma que te alaba.

Sobre los médanos la lluvia se pierde en la arena que se empapa
y el silencio se hace trueno y relámpago de gracias,
el mar se lo devora y excitado en sus olas lo arrebata,
un horizonte de luz de cielo que hiere en su blancura la mirada.

Y Tú estás más allá, del otro lado de la luna y la montaña,
tu sien de cordillera hilvanada de nubes milenarias,
tus ojos de glaciares que reflejan el sol de tu mirada,
más allá del tiempo y de las horas transcurridas: tu mañana.