Te adoro, te bendigo y te contemplo
Océano de paz y de armonía
Torrente inagotable de alegría
Trinidad insondable, fuego eterno.

Torbellino de Amor inconfundible
Inmenso solaz que me sostiene
Abrazo universal que me contiene
Misterio y donación incomprensible.

Me supera talmente tu mirada
Tu pensamiento infinito no lo abarco
Eres puerto, travesía y desembarco
En Ti el alma se queda anonadada. 

Porque en Ti sólo alcanza su victoria
Sobre el abismo oscuro en que se mueve
Y sólo en Ti descubre lo que quiere
Pues la hiciste, Señor, para tu gloria. 

Y es ella que quiere consumirse,
arder en fuego de Amor que no se apaga
zambullirse en el vino que la embriaga
y en tu esencia enamorada confundirse.

Quiere volar, Señor, en la mirada
hasta la altura infinita de tu templo
a la hondura profunda en la que siento
la presencia que la deja enamorada.