Muerte inocente (a los niños abortados)

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Nadie puede matarte, Oh Dios, un hijo!
porque das la vida para siempre,
el concebido en tu Amor, tu luz enciende
y en la muerte se vuelve tu testigo.

Y son miles los que mueren cada día
proclamando en su sangre tu victoria,
los que se acunan al calor de tu memoria
como notas vivas de una melodía.

Como a tu Hijo, el mundo no los reconoce
y les niega la apariencia de esta tierra,
como el que a la luz cierra su puerta
y en su necedad se priva de sus goces.

Ellos son parte de la luz que irradia
el desborde de tu Amor y tu clemencia,
ellos cantan para siempre en tu presencia
purificados en la sangre que nos salva.

Ellos son ante tu trono intercesores
que imploran, para el mundo, tu misericordia,
instrumentos de paz y de tu gloria,
el rocío que nos cubre con tus dones.

Ellos son la victoria consumada
de un Amor más fuerte que la muerte,
de una Palabra irrevocable que convierte
la derrota de los hombres en gloria anticipada.