Montevideo otoñal

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Te has cubierto de oro, de púrpura y de cobre,
las lágrimas con que te lloran tus gigantes
flotando en el viento, entremezcladas de lloviznas,
ya cubren tus calles nuevamente con una alfombra suave.

Montevideo, triste y melancólica, ciudad otoñal
que entrecruzas el rumor sordo de los dinosaurios grises
con el pálido silencio de las gaviotas costeras
que te miran sin cesar desde las alturas de su azul pradera.

Y en tu melancolía gritas: "libertad!"
desde una columna verde y corroída
entre murmullos y bocinas aturdida
palpitando al corazón de la ciudad.

Mi espíritu vuela como gorrión adormecido
entre los brazos enramados de plátanos añejos
y en melodías de un violín entretejido
a través del ocre de sus hojas hoy me pierdo.

Brilla mojado el gris de tus asfaltos transitados
de coches, bicicletas y duendes encantados
que arremeten prepotentes contra la furia urbana
salpicando charcos de viejos empedrados,
recordando cuentos olvidados de la selva humana.

Te veo linda y gris, con tu cielo plomizo
que llora la milonga, el tamboril y el tango,
abrazada en el canto de tus árboles cobrizos
que hoy visten lentejuelas de un bronceado encanto.

Y mientras ya se enciende la luz que te engalana
y guiña pícaro y brillante los ojos el semáforo
yo vuelo por tus calles entre violín y pianos
serenando la tarde en la paz montevideana.