La Tercera Orden

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

Web: Poesía religiosa y mística cristiana

 

Duda Francisco el camino,
su oración es tan intensa
que el pobre Francisco piensa
dejar de ser peregrino.

Hacer del bosque su casa,
ser una alondra que reza
y con la naturaleza
dedicarse a la alabanza.

¿Qué quieres, Señor, que haga?
es su oración predilecta.
él espera una respuesta,
se la dan Silvestre y Clara.

Emisario de sus dudas,
fray Maseo se dirige
a aquellas almas que eligen
ser lirios de oración pura.

Clara y Silvestre encendidos
ante el trono del Amado,
ángeles enamorados
quemándose como cirios.

ellos consultan al Santo
que bendijo su camino,
que los volvió peregrinos
del Absoluto y su encanto.

¿Qué quieres Señor bendito
de tu siervo fray Francisco?
¿Que predique como Cristo
o lo contemple escondido?

Fue unánime la respuesta
por los santos recibida:
una lámpara encendida
se pone sobre la mesa.

- Yo doy al mundo a Francisco
como una antorcha encendida
para que incendie las vidas
y el corazón de mis hijos.

Que aquello que se contempla
en la caverna del alma
sea Palabra que salva
cuando Francisco la siembra.

Yo a Francisco lo he encendido
de un Amor resucitado,
lo quiero transfigurado
a la vista de mis hijos.

Hablaré Yo por sus labios
y sanaré con sus manos
confirmando a los hermanos
que crean al escucharlo.

Como las aves del monte
sobre la ciudad, de día,
comunican su alegría
y le cantan a mi nombre...

Así Francisco y sus hijos
que rezan en la foresta
convocarán a la fiesta
que le preparo a mis hijos.
...................

Francisco no pierde tiempo,
como veloz mensajero,
junto a Ángel y a Maseo
se lanza en alas del viento.

Predica la penitencia
con tal fervor y entusiasmo
que ya quieren imitarlo
prendados de su inocencia.

Después de tanta sequía
la lluvia refresca el campo,
la mies está madurando
y la viña florecida.

Muchos nobles y plebeyos,
clérigos, laicos, paisanos,
letrados y ciudadanos,
madres simples, caballeros.

Llenos de Espíritu Santo
y de amor a Jesucristo
quieren seguir a Francisco
que por Él ha sido enviado.

- No abandonen sus estados
pues esto no es necesario.
Serán mis frailes terciarios
de Jesús enamorados.

Los amarán en sus familias,
en sus padres y en sus hijos,
en los pobres sin cobijo,
en el trabajo y la vida.

Vivirán en alegría
el Evangelio de Cristo
tan pobres como lo han visto
en la cruz al dar su vida.

Serán heraldos de paz
y sin promover contiendas
lo adorarán en las tiendas
en que contemplan su faz.

Harán de la Eucaristía
el centro de sus vivencias
porque su sola presencia
los llenará de alegría.

Meditarán la Palabra
haciéndola pan y vida
pues es perfecta comida
que renovará sus almas.

Educarán a sus hijos
en la ley del Evangelio
y en sus ojos podrán verlo
como Jesús siendo niño.

Se harán siempre servidores
de toda humana criatura
trabajando sin premura,
alegres y trovadores.

Sus casas serán los templos
en que se adora al Dios Santo
con alabanzas y cantos
y agradeciendo el sustento.

Vivirán de acción de gracias
mirando sus maravillas,
en las ciudades y villas
en que viven y trabajan.

Y el Padre Santo que es bueno
hará crecer la simiente
que Él ha plantado realmente
en la tierra de sus pechos.

Esta regla les entrego:
ámense como los amo,
vivan siempre como hermanos
y nunca apaguen su fuego.
...............

Siguiendo por el camino
en los árboles del bosque
muchas aves de colores
lo llamaban con sus trinos.

Y ya no sólo a los hombres
les entregó la Palabra,
los pájaros van a escucharla
proclamándose en el bosque.

Eran tantas las especies
que no pudieron contarse
y ya no puede apagarse
la luz que en el Sol se enciende.

Francisco encendido en gozo
les habla de Amor divino,
de la bondad del Dios vivo,
Creador, Santo y Generoso.

- Siempre deben alabarlo
porque les ha dado el viento,
los bosques y el alimento
para poder contemplarlo.

Valles y campos inmensos,
montes y árboles altos,
libertad para adornarlos
con sus colores intensos.

Cuídense, por tanto, hermanas
de la ingratitud amarga,
de la tristeza que embarga
el corazón que no ama.

La Trinidad las bendiga:
el Padre, el Hijo y el Santo,
alábenlo con su canto
y vivan en su alegría.

Se hizo una cruz en el cielo,
volaron a cuatro vientos
como ángeles sedientos
de anunciar el Evangelio.

Así quería a sus frailes
fray Francisco el misionero,
que fueran al mundo entero
como las aves del aire.