La tarde tiene gusto a despedida...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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La tarde tiene gusto a despedida,
el sabor amargo del almendro,
del vacío que dejan los encuentros
devorados por el ritmo de la vida.

Se concentran en el sol que languidece,
las horas de la dicha compartida,
las alegrías y tristezas ya vividas
en el cofre en que su esencia permanece.

Se hace más patente el camino recorrido
con la perspectiva que deja la distancia,
el calor de los amigos, su fragancia
y el perfume en el huerto florecido.

Hay que pagar a la vida nuevamente
el precio singular de haber amado
en el sufrimiento que se queda acurrucado
en un rincón del corazón doliente.

Pues la decisión de amar es la desdicha
de deber quedarse solo nuevamente,
de saber que todo pasa ciertamente
y que separarse forma parte de la dicha.

Alegría del presente y tristeza del mañana.
¡Oh Amor que formas parte de mi vida!
¡Oh dolencia que matando vivificas
y purificas en la gracia que derramas!

Peregrinar de despedidas y de encuentros.
¡Oh flor que deshojándose me vistes
de soledad esencial porque le diste
tu perfume otoñal al dulce almendro!

Decir adiós, saborear la despedida
es condensar la esencia de mi tiempo
es hilvanar en mi manto los momentos
que constituyen las fibras de mi vida.

Es recordar mi ser de caminante,
la consistencia peregrina de mis días,
es liberar el corazón para que cante
por el camino su suave melodía.

Es soltar el ancla y mirar hacia delante
de cara al horizonte zarpar hacia la vida,
bendecir el puerto, insinuar una sonrisa,
regar con una lágrima las flores que plantaste.

Emprender nuevamente del Amor la travesía
sintiendo que el dolor de lo dejado
no se compara al valor de haber amado
ni a los recuerdos que tejen mi alegría.