La alabanza de Francisco

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Orando Francisco estaba
sobre la cumbre del monte,
contemplando el horizonte
su corazón exclamaba:

Tú, Señor, eres el Santo,
el Único, el Grande, el Fuerte,
Tú eres Rey omnipotente
y nos cubres con tu manto.

Altísimo rey del cielo
que haces cosas estupendas,
en la tierra nos gobiernas
llenándonos de consuelo.

Tú eres trino, Tú eres uno,
Dios de dioses, sumo bien,
verdadero Dios y bien,
tan grande como ninguno.

Tú eres amor, caridad,
sabiduría y paciencia,
belleza e inteligencia,
alegría y humildad.

Riqueza y seguridad,
nuestra paz, nuestra esperanza,
gozo, justicia y templanza,
fundamento de verdad.

Tú, mansedumbre y belleza,
Tú eres nuestro protector,
admirable defensor,
caridad y fortaleza.

Tú, Señor, nuestra dulzura,
nuestra vida y esperanza,
caridad, luz y confianza,
omnipotente hermosura.

Tú eres el Santo y el bello,
el que brillas en la luna,
el que en las noches acunas
un cometa y sus destellos.

Omnipotente, infinito,
más allá de lo que pienso,
mucho más de lo que siento,
el adorado, el bendito.

Tú eres el grande y el santo,
misericordioso y bueno,
el que creaste los cielos
y nos envuelve en su manto.

Tú eres paz que se derrama,
mansedumbre pura y casta,
sólo nombrarte me basta,
eres dulzura del alma.

Tú eres fuente y bendición,
suavidad, paz y ternura,
Tú eres calor y frescura,
Tú eres música y canción.

Tú eres la olas batiendo,
la tempestad y la calma,
Tú eres un trueno en el alma
y un sol que está amaneciendo.

Eres del mar su bravura
y del cielo el infinito,
y eres el seno bendito
que la creación asegura.

Tú eres roca, eres desierto,
un volcán lleno de fuego,
el aire en el que me muevo
y la luz de un cielo abierto.

Eres viento huracanado
y soplo de brisa suave,
el encanto de las aves
y un cielo azul estrellado.

Imponente acantilado
frente al que me siento nada
y una playa acariciada
por un mar enamorado.

Serenidad de la tarde,
primavera iluminada,
aurora reconciliada,
un misterio que se abre.

Un lago profundo y claro,
un manantial de esperanza,
océano de confianza
y misterio revelado.

Tú eres mi Dios y mi Todo
y yo sin Ti no soy nada,
Tú eres sol de la alborada
y yo un rayo de tus ojos.


Tú eres viento en la montaña
y yo el polen en tu soplo,
Tú un bosque de robles rojos
yo un gorrión en tu mañana.

Tú eres inmenso, estupendo,
innombrable amor del alma,
una noche tibia y calma,
yo, tu suspiro en el viento.

Tú eres fuego, yo soy brasa;
Tú eres la hoguera y yo el leño;
Tú eres grande, yo pequeño,
Tú eres Amor que me abrasa.

Tú eres meta y yo proyecto;
yo soy hombre, Tú llamada,
la claridad que me embriaga,
la luz en que me despierto.

Yo soy llanto y Tú consuelo,
Yo soy niño y Tú eres Padre,
yo soy hijo, Tú eres Madre,
Tú eres Amor verdadero.

Quién eres Tú, Dios bendito
y quién soy yo, vil gusano,
soy el hijo que te alabo,
Tú, trinidad e infinito.