Jairo (Mc 5,21-43)

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Un padre desconsolado
porque su hija está grave
se acerca a Ti porque sabe
que tu amor puede salvarlo.

Que le impongas Tú las manos
te ruega con insistencia,
que se apiade tu clemencia
de un hombre desesperado.

A tus pies postrado, Jairo,
jefe de la sinagoga,
con insistencia te implora
que te avengas a ayudarlo.

-Si ya tu hija está muerta
no molestes al Maestro,
comunica un mensajero
que el obre Jairo se acerca.

- No tema, Jesús le dijo,
que no decaiga tu fe
no es verdad lo que se ve
sino lo que dice el Hijo.

Tu hija tan sólo duerme
como duerme el pueblo entero
que olvida al Dios verdadero
y no lo conoce el verme.

Y llegaron a la casa:
gritos, alboroto y llanto,
el luto del desencanto
ante la vida que pasa.

ˇNo está muerta, sólo duerme!
y el llanto desesperado
deja el corazón cerrado
porque no pueden creerle.

Y con su padre y su madre
entras en la habitación
en que yace la ilusión
cuando la fe no se abre.

Talita Kum, tú le dices,
levántate, te lo ordeno
y muestra a mi Padre Bueno
cuando a sus hijos bendice.

La nińa se levantó
y se puso a caminar
y Jairo empezó a alabar
al Dios que la revivió.